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-¿Porqué me miras tanto? -pregunté con un pequeño miedo mientras observaba como Doyoung bebía de su jugo con la mirada fija en mi pequeña persona cohibida-

-Taeyong, tus ojos son muy lindos... -Menciono dejando su jugo en la mesa para después sonreír-

-Deja de jugar -Sentí mis mejillas arder y bajé la mirada al suelo para seguir comiendo de mi sándwich con tranquilidad-

-No juego, son lindos... mamá dice que tienes ojitos de ángel -Respondió y regrese a verle tímidamente con ese rubor en las mejillas- además, son verdes de repente...

Abrí mis labios un poco sorprendido, pero no me digne a decir nada más, sentía mucho calor en mi pequeño rostro como para poder decir algo, sabía que si hablaba posiblemente tartamudearía y me vería muy mal, por lo que seguí intentando comer, pero cuando menos me di cuenta, Doyoung estaba en frente de mí y me abrazo con todas sus fuerzas.

-Yo te voy a proteger, nadie más te va a pegar...

Estaba sorprendido que no sabía de que manera corresponder a aquel abrazo, simplemente me deje hacer sintiendo esa calidez que solo él podía darme y tal como lo dijo, el me protegió. Podía recordar el resto de mi escuela básica siendo cuidado por Doyoung, muchas veces estaba escondido detrás de él cuando estaba peleando con nuestros demás compañeros o corría en mi auxilio cuando estaba tirado en el suelo para ayudarme a limpiar las heridas.

Pronto comenzó a haber un orden en la escuela porque curiosamente, todos los niños empezaron a decir que éramos "maricas" y que todo eso se pegaba por mi culpa, como si fuese una enfermedad.

-Deja de llorar Taeyongie... -Menciono Doyoung mientras limpiaba suavemente de mis mejillas-

Estábamos escondidos detrás de un árbol donde nadie nos molestara porque había entrado en un trance después de que otro de esos chicos nos insultara, Doyoung lo ignoro fácilmente a comparación de mí, pero me sentía más mal arrastrado a Doyoung conmigo.

-Es que... e-es que... - no podía hablar de lo privado que estaba llorando- ellos dicen que somos maricas ¿Eso es malo doyoung? -le mire con mis pequeños ojitos llenos de lagrimas y el negó con la cabeza-

-Eso no esta mal... esta mal ellos -respondió seguramente- No está mal amar a una persona, si es niño y niña, si es niña y niña, niño y niño, mientras tú te sientas bien, no esta mal, mamá dice que amar es un privilegio

-pero ellos te molestan por mi culpa... -respondí bajando la mirada sintiendo la pena nuevamente-

-¿y qué? Mas me dolería ver como te siguen molestando y no hacer nada -Respondió nuevamente con seguridad y me abrazo tan fuertemente- te quiero Taeyongie, no llores, me duele verte llorar...

Admiraba mucho la valentía de Doyoung, quería ser miles de veces como él, pero no era así. Aquel abrazo cálido me reconforto tanto que después de unos minutos, me sentí tranquilo, a pesar de que faltaban unas pocas horas para las clases, Doyoung y yo nos quedamos ahí y jugamos un par de juegos con las manos junto con algunas peleas fingidas que terminaron en pequeñas risas.

Estaba cumpliendo mis 12 años cuando aquella noche, estaba él. Lo recordaba perfectamente aún gracias por aquel dibujo en aquella libreta que jamás volví a tocar, esta vez era de noche en aquel lugar y el estaba recostado observando las estrellas, la tenue luz iluminaba su rostro el destello en sus ojos hacia apreciar más el universo en ellos, yo estaba sentado sobre mis piernas en posición de campesino solo observándolo. Esta vez había el sonido de los grillos y la pequeña brisa, el olor a fresco y ahí estaba otra vez, ese olor relajante que provenía de él.

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