Sin nada que decir

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A los dos días volvió a llegar, pensé que no iba a volver nunca, pero no fue así.

Ese día hablamos un poco más y me dijo que dentro de tres días iba a tener las vacaciones de medio año, se notaba tan feliz, ese día me di cuenta que cuando ella leía un libro lo leía por completo, volvió a estar como tres o cuatro horas y al finalizar le pregunté si terminaba de leer los libros, a lo que ella se rió y dijo que la dejara de observar, su risa me decía que hablaba en broma. Después me dijo que a ella le gustaba terminar de leer un libro por completo, no le gustaba dejar algo a medias.

La semana pasó y Lea llegaba seguido a la biblioteca, ahora ya no éramos tan extraños, había crecido una pequeña confianza entre nosotros, bueno en realidad no era tan pequeña.

Yo sentía que nuestra confianza había crecido un poco, pero al parecer para ella la confianza era grande.

Jamás pensé que alguien llegara a una biblioteca en vacaciones, ella llegaba todos los días, tal vez ya había pasado una semana desde aquella vez que llegó a la biblioteca por primera vez, y me di cuenta que era de las personas que cuando lee se quiere sentir cómoda, en ese tiempo ya había entrado a la biblioteca con una pieza de pollo, una pizza entera y un refresco. Si Marti la veía yo iba hacer hombre muerto, por dejar entrarla con comida, así que al día siguiente pensaba hablar con ella.

-Hola buenos días. -decía Lea entrando a la biblioteca con un pedazo de pizza.

-Oye no puedes entrar a la biblioteca con comida.

-Ayer traje un refresco y no pasó nada.

-No quise decirte nada porque me dio pena, pero si viene Marti me matará.

-¿Quién es Marti? -Dijo mientras se comía la pizza

No parecía nada sorprendida.

-¡Marti es el dueño de la biblioteca!

Cuando dije eso, ¡Rápido se comió la porción de pizza de un solo bocado!

-¿Tarde de videojuegos? -Dijo con la boca llena.

Y pensar que cuando la vi por primera vez se veía tan delicada, pero eso no hacía que me dejara de gustar.
Esa era mi oportunidad para poder estar más tiempo con ella, el tiempo en el que iba a la biblioteca hablábamos poco porque ella se ponía a leer, y yo, bueno yo tan solo la observaba.

-No lo sé, jugar contra una mujer es como jugar contra mi hermano.

-¿Es eso o te da miedo perder? -Decía mientras tomaba agua pura.

-¿De dónde rayos sacaste esa botella?

-No cambies de tema, ¿Vamos a jugar o no?

-Pero no quiero quejas después de ganarte.

Y ella se rió y sacó gomitas y me dio unas cuantas y luego me giñó el ojo.

A las 2 horas de haber dicho eso ya me había arrepentido, era muy buena en los videojuegos, y lo peor era que estaba presente Chad, Chad era mi vecino y uno de mis mejores amigos. Esa fue la tarde más vergonzosa de toda mi historia, pero al menos sabía que la futura madre de mis hijos iba ser una gran Gamer.

Después de ese día Lea llegaba a la biblioteca, pero ahora ya no llegaba a leer libros, ahora se quedaba hablando conmigo, me ayudaba a ordenar los libros nuevos que Marti llevaba, me ayudaba a hacer la limpieza rápido en la biblioteca y luego conversábamos. Cuando presenté a Lea con Marti, parecía que a Marti le había agradado.

Ella era tan graciosa, a veces ponía música rockera y me tomaba de las manos y decía que bailáramos vals, hacía que pareciera gracioso, cuando ponía música parecía que iban a estallar las ventanas por tanto ruido, y ella con esa música quería bailar vals.

No todos los días son lunesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora