Una larga espera

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Faltaban días para que cumpliéramos nuestro primer mes de novios, no sabía qué regalarle a Lea, ¿Qué le podía regalar a una chica tan hermosa? Estuve pensando eso tantas veces, que por fin vino algo a mi mente y era regalarle "Chocolates" a todas las mujeres les gustan los chocolates, aunque eso podía sacarle espinillas, iba a arruinar su hermoso rostro y después me iba a sentir culpable, vino otro cosa a mi cabeza, regalarle UNAS MARGARITAS, pero... margaritas ya le había regalado como tres veces, también pensé llevarla a la pizzería pero ya íbamos todos los lunes, lo mejor era que esperara el día en que cumpliéramos un mes de novios y decirle que no pude traerle su regalo, que había surgido un imprevisto y que lo mejor era dárselo al día siguiente, sí lo mejor era decirle eso, aunque después me estuviera desvelando por hacerle un buen regalo.

Faltaban tres días para que se cumpliera nuestro primer mes, Lea llegó a la biblioteca después de salir de la universidad, como lo hacía todas las tardes.

Ese día apenas y hablé con ella, por ratos me quedaba pensativo y pensaba qué era lo que le podía comprar.

-¿Hoy como que amaneciste muy pensativo, no? –Dijo Lea.

-¿Yo? Para nada ¿Por qué lo dices?

-Apenas y has hablado.

-Estoy bien, sólo que ayer me desvelé un poco jugando, es todo.

-¿Estás seguro? ¡No mientas! Si estuvieras desvelado te vieras soñoliento o te quisieras dormir por ratos, pero estas pensativo, no soñoliento.

Me puse un libro en la cara, y no dije nada.

-¡Ya dime qué es!

-¡No¡ Es algo terrible, y si te lo digo me vas a matar.

-¿Qué? ¡Cómo crees! Yo no te mataría.

-Lo sé, tan sólo es un decir.

Aún tenía el libro en la cara, y podía sentir un extraño eco cuando hablaba

-¿Es por el mes que cumpliremos de novios? –Dijo Lea.

Me quité el libro de la cara y la vi, creo que mi mirada decía todo.

-Yo tampoco sé que darte, lo siento. –Volvió a decir Lea.

Parecía que había leído mi mente.

Nos quedamos en silencio un momento y luego ella dijo:

-Tengo una buena idea, ya sé cómo solucionar este problema.

-¿Cómo?

-Tú amas leer, yo también amo leer. ¿Qué tal si nos intercambiamos cartas?

-Eso no se me había ocurrido, me parece una buena idea.

-¡Hay sí! Siempre quise tener un amor como los de antes, pero eso sí, ¡El papel donde escribas tiene que ser de color blanco!

-¿No crees que el papel blanco se miraría muy simple?

-Claro que no se miraría simple.

-Claro que sí, es mejor que la hoja tenga color.

-Mira, cuando tú pides una pizza ¿Qué es lo que te comes? ¿La pizza o la caja?

La vi y me quedé sin palabras, no sabía ni qué responder, todo lo que decía tenía razón. Y por un momento me sentí como un tonto.

Esa misma noche le escribí la carta, dejé la luz de mi cuarto apagada y solo encendí una pequeña lámpara y comencé a pensar en qué podía escribirle, estaba sentado en mi cama y fue allí cuando tomé una hoja en blanco, un lapicero de color negro, puse música y empecé a escribir.

"El corazón me palpita desde que sé que te veré, cuando estoy al lado tuyo espero en silencio y con atención a escuchar tu hermosa voz, no sé si esto sea un sueño, pero si es así no quiero despertar.

Te pienso en cada momento, y me preguntó si...Tú también piensas en mí. Anhelo con cada día verte, tenerte a mi lado y decirte lo mucho que te amo.

Tal vez esto no sea una canción, pero lo que dice en este papel te lo escribo con el corazón."

Terminé de escribir la pequeña carta y la guardé en un sobre de color blanco, le puse mi nombre al sobre y puse para quién iba dirigida, fui a meter la carta en mi mochila y luego me fui a dormir.

El día se llegó y tenía que entregarle la carta, había pensado ya en escribirle otra cosa, sonaba un poco cursi lo que había escrito y en vez que pareciera poesía parecía letra de rap, me fui a la biblioteca y esperaba que cuando le diera la carta le gustara.

Eran las 11:30 am Cuando Lea llegó, estaba entrando a la biblioteca y yo estaba en el mostrador, estaba leyendo un libro de poesía, parecía que me quería preparar para que en el siguiente mes fuera una mejor carta.

Salí del mostrador y me dirigí a donde estaba ella y raramente esta vez Lea traía una mochila, tal vez era porque allí traía la carta. Tomé la carta, la cual la tenía entre el libro que estaba leyendo y me fui a donde estaba Lea, ella traía un suéter de color negro y un pantalón azul, su mochila era azul también, parece que todo el tipo de ropa que se ponía se le miraba bien.

-Hola. –Dijo ella.

Me dio un largo beso en la boca y me abrazó fuerte. Por suerte no había nadie en la biblioteca, no quería que eso se viera incómodo.

Me arrepentí de haber tomado la carta de una vez, parecía como si era un compromiso darle la carta. Le entregué la carta y le dije:

-Léela cuando llegues a tu casa.

-La leeré mejor aquí, después de todo estamos solos y la puedo leer en voz alta.

No me podía estar pasando esto, no sé si me puse como un tomate, pero de algo sí estaba seguro y era que sentía mi cara colorada, caminamos hacia donde estaba el mostrador.

Lea abrió la carta cuidadosamente, como si se tratara de una bomba, cuando abrió la carta la sacó con cuidado y dijo. -No le entiendo a tu letra. –Dijo arrogante.

-¿Qué? ¿Hablas enserio?

Ella se empezó a reír y hasta golpeó el mostrador.

-¡Sólo era una broma, pero debiste ver tu cara! –Dijo

-La carta la leeré en mi casa, sólo quería ver tu reacción mi amor. –Volvió a decir.

Era un gran alivio el saber que iba a leer la carta en su casa, pensé que por un momento me iba a desmayar.

A los minutos Lea sacó la carta de la mochila y también sacó una caja de pizza y dos botellas de té frío.

-¿Pero si dijimos que solo nos daríamos una carta?

-Nos lo regaló Leti.

Parecía que le había molestado lo que dije, pero fue gracioso.

Me hubiera gustado mucho poder ir con ella a otro lugar, pero ese día tenía que trabajar. Aunque la biblioteca se había vuelto un lugar romántico, se escucha muy raro y bastante cursi, pero allí fue donde la volví a ver de nuevo, allí fue también el lugar donde nos besamos por primera vez, viéndolo de otro punto de vista no era tan malo.

No todos los días son lunesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora