Misterio sin remedio

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Bajé del bus y al lado estaba la pizzería, entré como si hubiera sido un lunes normal. Me dirigí al mostrador y allí estaba Leti, ella estaba atendiendo a un cliente por lo que decidí esperar un poco. Al paso del tiempo se desocupó.

-¿Pizza mediana con té de limón?

-Hoy no es lunes.

-¿Entonces viniste a visitarme? –Dijo riéndose

-No, bueno sí, pero venía a preguntarte algo muy importante.

-¿Y qué dice tu corazón jovencito?

-Después de aquella noche en la que tropecé con Lea, ¿Te preguntó en dónde podía encontrarme?

Cuando Leti escuchó eso botó una pizza que iba a meter a una caja. Y rápido hizo como si la pregunta era tan normal, pero ya no estaba actuando normal, de hecho su rostro se había puesto colorado, no importaba que tan morena fuera Leti, su rostro se estaba poniendo colorado.

-¿Están peleando?

-Claro que no, pero... ¡Es una duda que me está matando!

-Si estás preguntando eso es porque ya visitaste su casa.

-Si –Respondí diciéndolo lentamente

-Hablaste con sus papas de seguro

-Si –Volví a decir

-Y alguien te dijo que ella dijo que eran novios y cuando le preguntaste a ella te echó de su casa e hizo como si nada hubiera pasado.

Entonces me quedé callado por un momento, esperaba a que después de ese silencio Leti lo confesara todo, parecía que no era necesario el ejército para este caso, porque la acusada lo estaba diciendo todo. Lo mejor era que Leti lo confesara todo, ahora ya me había dicho lo que había pasado.

-A estas alturas creo que lo mejor es que lo sepas, y no me mires con esa cara, que bien sé que te la quieres comer a besos, y eso lo vi desde el primer día, ya sabía yo que esto se iba a saber, pero esto me pasa por intentar ayudar a la gente, por ser tan gentil, pero conste que le dije a ella que era mejor esperar, pero no, ella quería hacer todo a la carrera.

-¡Pero ya dime!

Luego Leti me empezó a contar que después de ese día lunes en el que había tropezado con Lea, Lea llegaba los martes a la pizzería, pero cuando llegaba se comportaba de una manera extraña, tomaba la mesa que estuviera más cerca de la puerta y siempre veía para la puerta, parecía que siempre esperaba a alguien, pero ese alguien no llegaba. Estuvo así por unos tres meses hasta que Leti le preguntó:

-¿Esperas a alguien niña?

-No, sólo estaba viendo a las personas que pasan.

-Pues, parece que te gusta ver mucho a las personas.

Ella solo hizo una sonrisa a medias.

Cuando Lea fue a pagar la cuenta, Leti la notó apagada, parecía que últimamente no había tenido un mes bastante bueno, Leti no estaba segura qué le estaba pasando, así que lo mejor era preguntarle

-¿Te pasa algo?

Ella no contesto, parecía que estaba en su mundo, se había quedado viendo al mostrador fijamente.

-¿Te pasa algo?

-No, nada.

-¿Estás segura?

-Sí –Dijo con un enorme desaliento.

Leti metió el dinero que Lea le dio a la caja registradora, cuando Leti le dio su vuelto a Lea ella le hizo una pregunta algo extraña.

-¿El chico de la vez pasada sigue viniendo todos los lunes?

-Sí, siempre viene.

-¿Y alguna vez ha preguntado por mí?

-Parece que ese chico te gustó, ¿Verdad?

Lea se sorprendió mucho y ¡Se quedó fría! ¡No sabía qué decir!

-¿Usted cree que se note?

-Él no creo que lo halla notado, pero nosotras las mujeres sabemos que nos hacemos las difíciles para ver si es la persona ideal o muchas veces para conocer más a la persona. Deberías de venir un lunes, así como fue aquella vez.

-Es que en realidad no sabría qué decirle y él seguramente se dará cuenta que él me gustó.

Parecía que Lea era alguien que le facilitaba hablar con confianza a cualquier persona, no era nada tímida, pero parecía que para algo llamado amor era todo lo contrario.

-¿Sabes qué puedes hacer? Él trabaja en una biblioteca que está a unas dos cuadras de aquí, tienes que tomar la calle Marroquín y caminar dos cuadras, de allí verás una biblioteca, se llamara "Biblioteca Free Day".

-Pero... cuando lo vea no sabré qué decirle.

-Hija, tu no le vas a hablar de primero, él te tiene que hablar a ti, porque él es el que atiende en la biblioteca.

-¿Usted cree que es un buen chico? ¿O será de esas personas que solo juega con los sentimientos de alguien y termina burlándose?

-El tiempo que tengo de conocerlo, él ha sido muy tranquilo, de hecho, conozco a su mamá y él apenas sale de su casa, con excepción de venir aquí, a él le gusta hacer bromas... pero es lo normal.

-Espero pensarlo bien y tomar el valor de ir.

-Deberías de animarte, fea no eres, además él te miraba mucho.

-¿Usted cree eso?

-¿Creer qué? ¿De que eres hermosa o de que él te miraba mucho?

-Las dos cosas.

-Pues si fueras fea él no te hubiera visto cuando estaban levantando el desastre que habían hecho.

-En eso si tiene razón, pero es que no sé si ir o no, tengo tantos nervios.

-¿Sabes algo? Si en la vida no tienes nervios, no es amor, sino tienes nervios quiere decir una de dos cosas, una es que seguramente la persona no te interesa y la número dos es que ya es un hombre más a tu lista.

Y después de eso a Lea le tomó un mes para ir a buscar a su amado, los nervios eran tan grandes, que podía escuchar su corazón, los latidos que daba su corazón cada vez se aceleraban. Se hacía tantas preguntas como ¿Por qué él ya no preguntó por mí? Los chicos siempre que una chica les gusta suelen preguntar por ella, después de todo ellos son los más atrevidos.

Tal vez él tiene novia y por eso solo me quiso observarme y no decir nada, aunque si tuviera novia Leti me lo hubiera dicho, lo mejor será ir a la biblioteca y ver con mis propios ojos, si Leti dice que él no sale de su casa no queda más que ellos dos se tienen que ver en la biblioteca.

No todos los días son lunesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora