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Tras reencontrarse con su mejor amigo, Argentina empieza a recordar a sus amores de secundaria "Rusia Y Canadá"
Dos historias con el mismo protagonista, dos relaciones desconocidas ante los ojos de los demás.
¿Es Argentina el culpable...
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──¡Tucumán la re puta que te parió!──exclamó el porteño mientras se dirigía al cuarto del ya nombrado, abrió la puerta de la habitación y lo buscó con la mirada.──¿Se puede saber en dónde dejaste mi celular?──preguntó enojado desde la puerta.
──Que sé yo flaco, e' tu celular no mío.──habló levantándose de la cama para ir hacía su hermano.──Adema', pa' que te voy a robar yo a vos, de seguro tu celular lo tiene Córdoba.──respondió indignado.
──¿Y dónde está?──preguntó mirando al menor.
──En su pieza capa'.──el tucumano dirigió su mirada hacia el final del pasillo.
──Bueno gracias.──sin más que decir se encaminó hacia la habitación de su otro hermano.──"Pelotudo."──.
──De nada.──cerró la puerta y se acostó nuevamente en su cama.──"Pajero."──.
Buenos Aires caminó hasta la habitación del cordobés, ya desde el pasillo se podía escuchar cierta melodía que cualquier provincia argentina reconocería. Se acercó a la puerta y la abrió un poco para poder ver a cuatro de sus hermanos.
──¡Soy cordobés!──.
──¡Me gusta el vino y la joda!──.
──¡Y lo tomo sin soda!──.
──¡Porque así pega más, pega más, pega más!──cantaban casi a los gritos las cuatro provincias.
Corrientes y Santa Fe estaban bailando, Entre Ríos estaba acostado sobre la cama y Córdoba bailaba solitario con una jarra de vino en la mano. El porteño apreció la escena con una leve sonrisa en el rostro, luego cerró la puerta.
──Son unos pelotudos.──observó la puerta de la habitación para luego soltar un suspiro.──Bue' ya fue, de seguro lo tiene Pampa.──fue hacia la planta baja de la casa en busca de su hermana que se encontraba en la cocina tomando mate con Mendoza y Neuquén.
──El viejo esta re bien ahora que está trabajando de contador.──comentó Mendoza mientras servía el mate.
──Sí boluda, pero me gustaría que este acá, se le extraña mucho al forro.──agregó la Pampeana.
──Si papá te llega a escuchar diciéndole forro, no tarda nada en cagarte a palo.──dijo entre risas el porteño mientras se apoyaba en la barra de la cocina.
──Fa, ya vino esté pendejo maleducado, ni hola sabe decir.──habló la pampeana mientras caminaba hacia la barra donde se encontraba el porteño.
──No estoy de humor.──luego de decir eso miró a su hermana con una expresión seria.──¿Sabes dónde deje mi celular?──.
──Acá está.──sacó el teléfono de su campera y se lo dio.──Ayer lo dejaste en el sofá.──.
