Miserable encadenado a juzgarse en el espejo, prefiere la oscuridad antes de verse en el reflejo, falsa justicia repartida en arte, se pregunta a sí mismo porqué es tan lamentable.
Lamenta sus derrotas que pudieron ser victorias, si tan solo el pasado no afectará su trayectoria, un corazón negro que se viste de estar sintiendo, con la única esperanza de seguir latiendo.
Gritaré lo que haga falta, lloraré lo que haga falta, dejaré escapar mi voz de esa prisión de cuerdas, que al vibrar forman una melodía, una melodía suave, nostálgica, sencilla.
Despeinado con los ojos débiles, sigue despierto por una sustancia, lamentar sus circunstancias en vez de intentar mejorarlas, porque así es él, se lamenta, escapa, llora, pero nunca reacciona.
Duerme, duerme flotando en ese mar tranquilo, mientras de fondo se escuchan sus latidos, guiados por las olas, deseando estar horas, días, años, quizá una eternidad.
Ser eterno, eterno en la mente, no en este mundo, en su mundo, siempre ha sido más interesante.
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