Cap 2. Viaje de fin de curso

44 6 4
                                    

Eran las cinco y media de la mañana del famoso día del viaje. Mi madre me levantó corriendo súper entusiasmada y repitiéndome doscientas mil veces que si lo llevaba todo y no me faltaba nada, un poco pesada la verdad. Me duché me vestí y bajé a hacerme un buen desayuno para poder coger el día con fuerzas dado que había dormido solo dos horas gracias a mi fantástica mejor amiga que me tuvo toda la noche al teléfono por sus nervios, aunque yo he de admitir que también tenía. Después me digné a esperar a que llegaran Elena y sus padres dado que ellos nos llevaban al puerto de Valencia para coger un transatlántico a las siete y media. Yo ansiosa y con miles de ganas de no llegar a tiempo, al final pude ver de fondo a todo los alumnos de cuarto preparadísimos de lejos. Y llego la hora de subir, cogí mucho aire antes de entrar y recé para no arrepentirme de la decisión que había tomado. Fuimos directas a las habitaciones a dejar las maletas y a descansar un poco, luego sobre las nueve desayunamos y pasamos el resto del día en la piscina y tomando el sol, empezaba a gustarme aquello. Todo el mundo haciéndose fotos, videos... Fiesta por todos los lados iugh. Pasamos esa fantástica noche en el barco y al día siguiente llegamos a puerto Italiano para coger un autobús a Roma donde se encontraba nuestro hotel de tres estrellas. Hicimos el trámite y los papeleos para que nos dieran la llave de la habitación y una vez dentro nos dimos cuenta de que un chico iba a dormir con nosotras y no teníamos ni idea de quien podía ser. Estuvimos horas y horas esperando a que alguien se dignara a entrar, pero nadie venia, con lo cual dio la hora de la cena y bajamos al comedor. Horas después nos dimos cuenta de que el chico solicito cambio de habitación e íbamos a estar las dos solas. Cuando acabamos de cenar subimos a la habitación a ver unas pelis, jugar a las cartas e irnos a dormir, dado que sé venía un día un poco duro. El resto de días fueron todos más o menos iguales salvo que cambiamos las rutas y los sitios donde comíamos. Vimos Venecia, Roma, Sicilia y Florencia. La verdad que era demasiado bonito. El viaje parecía ser todo muy normal y tranquilo hasta que él ultimo día, mientras yo me duchaba y Elena se cambiaba llamaron a la puerta y dejaron en el suelo una especie de papel en el cual nos citaban a las dos, a las doce de la noche en la habitación dieciocho. Claramente le dije a Elena que yo no quería ir, y que si no había ido en todos esos días hoy no iba a ser más especial, después de intentar convencerme accedí a ir con la condición de estar solo un rato. Después de cenar subimos a cambiarnos y ponernos nuestro mejor mono y maquillarnos. Si chicos maquillarme segunda vez que lo hacía en toda mi vida. Nada más llegar a la habitación vimos que habían cinco botellas de alcohol, dos chicas y cuatro chicos, los cuales nos invitaron a pasar, sentarnos y tomar un cubata. Yo me negué rotundamente a beber pero al final acabé cediendo y me hice un par de cubatas de vodka con limón a lo que ellos le llamaban un clásico. Después de unas horas y bastantes cubatas, empezaba a gustarme un poco ese rollo y a no querer irme de esa habitación. Agregue en Instagram a todos y de ahí nos fuimos a dormir. Cuando me levanté teníamos que recogerlo todo, hacer maletas, vestirnos, bajar a desayunar y salir hacia el autobús que nos llevaría al avión de vuelta a casa. Claramente yo no me podía ni mover, según Elena era resaca, pero yo creo que es el karma. Cuando ya estábamos en el bus los chavales de anoche me guiñaron un ojo y yo me puse súper roja, todo seguido me quedé dormida, y en el avión más de lo mismo. Cuando llegué a casa estaban todos dormidos así que decidí esperarme al día siguiente. Ah y al final no estuvo tan mal el viaje.

The diary of Andrea WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora