II: if i can't feel it in my chest, i'm in the wrong damn place.

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Personalmente, este AU es uno de mis favoritos para leer. Ahora, tener que escribirlo lo cambia todo. Esta no era la idea principal que tenía. La otra era mucho más larga y aparecía Rumi, pero me dio una crisis y borré todo, así que... Sí. 

¡Espero que les guste de todas formas! :)

***





Las piernas de Keigo habían perdido toda fuerza para ese momento. Cuando los ojos de Dabi se detuvieron en él, contuvo la respiración. 

Él continuó cantando con el micrófono cerca de sus labios, mientras se arrodillaba en el escenario sin quitarle la mirada de encima. Su voz era tranquila, ligeramente grave y algo ronca, también. Keigo podía sentirla vibrando en su pecho como un ronroneo, como el motor de una motocicleta a máxima velocidad, como el ritmo de un bajo.

Una mano tatuada se estiró hacia él, acunando su mejilla. Estaba casi seguro de que la multitud entera había dejado de respirar, para ese entonces; Keigo ya no podía oír más que los instrumentos y esa oscura voz, y no podía mirar a otro lado que no fuera a esos ojos azules. 

El frío metal de gruesos anillos acarició su piel caliente, arrebatando un jadeo de sorpresa directo desde sus pulmones. Dedos largos lo sujetaron del mentón, extendiéndose sobre la mandíbula y permaneciendo allí lo suficiente como para quemar. Lo único que los separaba era el micrófono. 

Keigo quería cerrar los ojos y transportarse a otro lugar, sin esos cientos de ojos curiosos— Expectantes. 

Se relamió los labios en una súplica silenciosa. Dabi lo entendió a la perfección, porque una sonrisa torcida se dibujó en su rostro. Las piernas de Keigo se convirtieron en gelatina y tragó saliva. La misma mano empujó la capucha de su suéter hacia abajo, aprovechando la oportunidad para enredarse en su cabello e inclinarle la cabeza hacia atrás. 

El tiempo se detuvo.

Y luego Dabi lo estaba besando, lento y profundo, frente a cientos de personas. Y Keigo correspondió de la misma forma, impulsándose con los brazos sobre el escenario para llegar a sus labios con más facilidad. Sabían a tequila y a tabaco, y a algo que probablemente no debía estar haciendo, pero eso no podía importarle menos.

Los reflectores azules los alumbraron. Keigo podía ver la luz incluso detrás de sus párpados. Creyó escuchar las cámaras, listas para capturar el momento. Ya se esperaba los gritos de su representante, las decenas de entrevistas y la imagen de Dabi devorándole la boca en primera plana.

El beso no duró más que unos segundos, en medio del solo de bajo. Dabi se alejó más pronto de lo que a ambos les hubiera gustado, volviendo a ponerse de pie para terminar la canción. Keigo se mordió el labio para evitar mostrar su decepción y se alejó del borde del escenario, volviendo a su lugar a un lado del guardia de seguridad. 

El tiempo volvió a correr. La multitud estalló en gritos eufóricos, aplausos y silbidos. Keigo se llenó de orgullo al divisar una bandera multicolor alzándose a la distancia, flameando con el viento.

Dabi pareció verla también, porque la señaló mientras cantaba. Incluso desde la distancia, sus ojos brillaban —La sonrisa en el rostro de Keigo se agrandó. 

El resto del concierto no pasó lo suficientemente rápido. 

La banda cantó otras canciones. Cambiaron la voz de Dabi por la de Toga y él regresó a su puesto en la guitarra eléctrica. Cerraron con un cover de Halestorm, porque ellos eran así, y los reflectores de colores se apagaron mientras los agradecimientos de Toga despedían a la banda.

Keigo subió los escalones hacia la parte trasera del escenario, esquivando a los guardias de seguridad que intentaban controlar al resto de la gente. Se encontró a Jin inclinado por encima de una valla, vaciando su estómago sobre la alfombra roja. Le palmeó la espalda y él levantó un pulgar, asegurando que todo estaba bien. 

Shigaraki asintió como saludo cuando lo localizó. 

Un brazo tatuado serpenteó alrededor de su cintura y le hizo dar media vuelta, obligándolo a encarar al dueño. Keigo atacó sus labios antes de que su propio cerebro pudiera procesar lo que sucedía. Rodeó el cuello de Dabi con los brazos, hundiendo una mano en el cabello en su nuca. Él lo acercó aún más con el agarre en la cintura y Keigo se derritió contra su pecho.  

—¿En qué estabas pensando? —murmuró en el espacio entre ambos, cuando se separaron. —¿Tienes idea de lo que dirán?

—No hubieras hecho esos ojos, si no quisieras —sonrió, el muy imbécil. Keigo bufó porque sabía que tenía razón. —Sólo déjalos hablar.

—Lo dices como si fuera fácil.

—Oh, lo es. Sólo necesitas dejar de escuchar a los estúpidos con los que trabajas y empezar a escucharme a mí.

—Podría morir.

Dabi rió, dejando un beso en su frente.

—¿Qué estabas haciendo ahí? Creí que verías todo desde atrás.

—Quería estar más cerca de ti —bateó las pestañas— y nadie puede resistirse a mis encantos.

—¿Estás seguro que no es porque hablas demasiado?

Keigo hizo un mohín con sus labios, sacudiendo la cabeza. Pasó una mano por el cabello negro de Dabi, deteniéndose al darse cuenta de lo grasiento que estaba por el sudor. Arrugó la nariz en una mueca de asco.

—Necesitas un baño. 

Él rodó los ojos.

—Sí, mamá. ¿Algo más?

Keigo lo tomó del mentón, manteniendo la atención en él. La respiración de Dabi se entrecortó. Ojos azules se desviaron hacia sus labios. Keigo se los mordió por instinto, disfrutando torturarlo lentamente. 

—Y después van a conseguirse una maldita habitación —Shigaraki gruñó, colgándose la toalla que utilizó para secarse el rostro en el hombro . —Nadie quiere verlos besarse. Otra vez. Nunca jamás.

—¡Yo quiero! —Toga levantó una mano, moviendo los dedos en el aire. 

Keigo dio un paso hacia atrás, permitiendo que el brazo en su cintura cayera. Dabi hizo oídos sordos.

—¿Irás a la fiesta más tarde? —le preguntó, fingiendo indiferencia.

—¿Asustado de aburrirte sin mí? —le sonrió dulcemente, ganándose un empujón. 

—No. Cállate. 

Disimuló una risa, mordiéndose la punta de la lengua. Dabi puso los ojos en blanco.

—Voy a cuidar de tu pobre culo, sí. Además, jamás me perdería una de esas fiestas. Es alcohol gratis.

—Como si no tuvieras el dinero para comprar tu propio alcohol.

Keigo se encogió de hombros.

—Todo sabe mejor si es gratis. 

Dabi bufó, murmurando algo que sonaba demasiado a una queja hacia la clase alta. 

—Te veo allí, entonces. 

—Por dios- Son sólo dos horas. No soporto a la gente gay. Maricas.

Keigo ignoró el comentario de Shigaraki, no queriendo romperle la burbuja recordándole que a él también le gustaban los hombres. En cambio, se inclinó hacia su novio, sonriendo de lado.

—¿Cuánto a que llego antes que tú?

Dabi sonrió de regreso, entrecerrando los ojos.

—¿Quieres apostar?

Como era de esperarse, Keigo ganó la apuesta con treinta minutos de ventaja. 

Y si al otro día todos los sitios de noticias hablaban sobre ellos, bueno— Digamos que su resaca era demasiado fuerte como para que le importara. 














DabiHawks Week 2020 - BNHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora