II

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El rechinido de la puerta llama mí mirada y me hace abandonar la vista en el lienzo por unos segundos. Es Miller, viene descalzo por la alfombra del estudio, con un short que entrecubre sus rodillas y una camiseta sin tirantes negra. Sonrío y reposo los lentes en el escritorio.

-Heeey. -Miller dice mientras se arroja en el puff mediano. -¿Qué garabatos haces?

Tomo el lienzo y le enseño los planos; no, no era un dibujo tonto, eran los planos para las mesas en la graduación. Pensaba en hacerlo a lo clásico pero con una gran performance, como si fuera una pasarela. La entrada tendrá una línea recta que lleva a la pista de baile pero a la vez, dejando un espacio para no pisarla e ir directo a las mesas.

Miller lo mira y hace una sonrisa retorcida, sí, ese es su gesto de aprobación y yo le sonrío de vuelta.

-Entonces... Señor Miller ¿Qué llevará puesto ese día? -Pregunto.

Su sonrisa desaparece, su boca se expande por las mejillas y me evita la mirada.

-¿No sabes qué ponerte aún, cierto?

-No pensaba en ir. -Dice frunciendo el ceño.

Qué.

-Pero por ti lo haría. -Añade. Sentí el alivio de mí respiración con un último suspiro que anuncia el fin de mí pequeña preocupación ¿Por qué? No lo sé, siempre pensé que tendría ese baile cliché de preparatoria y claro que lo tendré. -Llevaré lo sencillo, ya sabes, negro y blanco.

Eres demasiado creativo con tus atuendos, Miller.

-Adivino, tú irás de color cian. -Dice y efectivamente lo haré y eso me hace sonreír como un bobo.

Mí alarma suena y me baja los pies a la tierra. Tengo que estar con el comité en veinte minutos.

Comienzo a guardar los bolígrafos con tranquilidad en un bolso pequeño de mí mochila, estos parecen ansiosos por salir y resaltan por la tela de este pero no lo consiguen, me recuerda a cuando empezamos a salir Miller y yo, a él no le gustaban los besos y yo hacía el intento por besarlo hasta que lo conseguí.

Termino de guardar los útiles y entonces me cuelgo la mochila en un sólo hombro y la empujo hacia mí espalda. Apunto mí mirada hacia Miller y está en el celular, riéndose, probablemente por un vídeo de gaticos.

-¿No te vas a despedir? -Pregunto.

Sin decir nada, se para y me da un beso en la frente.

-Pareces un niño que va a una aventura Pokémon. -Él dijo mientras me acomoda la mochila.

-Aquí el friki soy yo.

Con unas ligeras risas, camino hacia la puerta con las pisadas de Miller por detrás, abro la puerta para salir al pasillo del edificio. No intentaré pensarlo mucho pero ¿Qué fue ese beso?-

-No tan rápido, niñito. -Dice. -¿En cuánto tiempo volverás.

Me interrumpe entre mis pensamientos. Lo miro y entrecierro los ojos como si eso ayudará.

-Taaal vez en una media hora. No creo que me quede mucho tiempo, sólo les tengo que enseñar dónde irán las mesas y supongo que ellos harán lo suyo.

Él arruga su frente, no parece gustarle la idea. Levanto ambas cejas como respuesta.

Volveré temprano, sano y salvo. Lo prometo. -Pienso.

  Me despido con un beso en su mejilla el cual fue correspondido en pocos segundos. Me volteo al elevador y camino unos cuantos pasos antes de volver a mirar hacia atrás y ver la puerta cerrada de su apartamento. No importa. Sigo con mí recorrido hasta salir del edificio y caminar por las calles.

Cegado por RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora