Dulce Amor [•ACTUALIZADA•]

Cap. 23 | La casa de los espejos

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—Bien, ahora preséntate cómo se debe -le sonrió.

Suspiró resignado el ninja.

—Soy Garu, segundo hijo y único de la familia principal de mi clan, tengo 15 años de edad, mi cumpleaños es el 2 de diciembre, me gusta la comida agridulce, el color negro también tengo un gato llamado mío, he entrenado toda mi vida en escuelas de las artes Ninjas y me desagrada el color verde -declaró este último observando a Yul.

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—No era tan difícil sólo presentarte o ¿me equivoco? -se burló Tobe.

—Cierra la boca -contestó el ninja serio.

—Sí, sí, lo que digas -le restó importancia al ninja.

—¡Basta! -concluyó Yul la conversación.

—Hay alguien que no se ha presentado con nosotros debidamente -el chico observó a la pequeña Pucca.

—¿Qué? -miró al chico que veía a su amiga—. Es cierto. -contestó la espadachina.

—Sé muy bien que hiciste esa presentación por nosotros no querías que hubiera un conflicto.

—Bien -aceptó la chica, se alejó de sus amigos e hizo una reverencia—: Espero llevarme bien con ustedes y que nuestra amistad Dure para siempre, soy Pucca no sé nada acerca de Quiénes son o eran mis padres, desde que nací he vivido con mis tíos aquí en la aldea de sooga Mis gustos son el chocolate, la comida picante y salada, nací el 7 de julio y me encanta hacer el tanabata, adoro la naturaleza y tengo una gatita llamada Yani.

—Tanabata -repitió Yul sonriendo—. es un gusto conocerte hizo una reverencia los demás hicieron lo mismo

—Es un gusto conocerte -saludaron todos los presentes a la chica.

—El gusto es mío -sonrío con un rubor notable en sus mejillas.

Todos se encontraban hablando amenamente por un largo rato.

—Hemos comido muchas cosas desde que inició el festival sería una mala idea ir algún juego mecánico -expuso Dada agarrándose el estómago.

—Podemos ir a la casa de los espejos -propuso Dada comiendo un poco de yakisoba.

—Genial, hay que ir -animó Tobe mientras recogía la basura que él tenía dejándola en el bote.

—La casa de los espejos es aburrida -fastidió Abyo cruzándose de brazos.

—Suena genial, hace bastante que no entro en una -animó Ching a la propuesta.