21- Abuso

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Y entonces, en algún recóndito lugar de aquellas tinieblas que olían a tabaco, se abría una puerta de la forma más violenta del mundo.
Y empezaba la paliza.
Llegaba El Joven de la Máscara como Dios le trajo al mundo con las manos llenas de rabia. Me levantan del cabello hasta la cama, donde me golpeaba y tocaba una y otra vez, brutal y desmedido. Cómo si algo imperdonable hubiera hecho...
¡Ah!, Ya sé. Ahora que lo pienso, supongo que me pegaba porque no lo dejaba derretirse en mi a gusto.
Porque una niña de cuatro años no sabe discernir entre gemidos de dolor y de placer. Porque con este hombre no se sabía...

La historia de una pobre diablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora