11- Tinieblas

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Porque el demonio siempre
Me despierta.

Las primeras citas con El Hombre de las Velas (mi psicólogo) fueron más frías que el beso de un dementor. Los secretos de La pobre Diabla costaban dinero, y sin ellos fuera, no dejaría de sufrir. No le gustaba acudir a consulta, pero la terapia era algo que la ayudaba.
Cada vez que hablaban con aquel hombre de pelo negro y sala de incienso sangraba cien pesos. Sus palabras debían de ser de oro, aunque La pobre Diabla todavía no lo sabía.
Hablaban de lo increíblemente poco que le gustaba la escuela (3.° de secundaria). Tengo la certeza que si en aquel momento le hubieras preguntado acerca de los Reyes Católicos, te habría dicho que sólo había repasado las oraciones subordinadas. Y si le hubieras preguntado sobre gramática, la excusa habría sido que lo suyo son las ciencias exactas, los elementos de la tabla periódica y las combinaciones químicas de colores radiactivos. No tengo claro que La pobre Diabla supiera realmente algo de nada; lo que estaba claro es que tenía problemas.

La historia de una pobre diablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora