No sé cuando conocí a la pobre diabla. Me gusta pensar que ella estaba en mí mucho antes de que yo la descubriera, que me la cruzaba paseando, que pintabamos las mismas libretas (las que están botadas en cualquier lugar) y que ella es la responsable de que mi número favorito sea el turquesa y de que mi color de la suerte sea el tres.
La pobre diabla y yo hacemos las mismas cosas porque somos la misma chica.
Que es ella quien escucha rancheras cuando está triste porque a mí me gustan los violines. Que se pintó el pelo turquesa. Y morado. Y azul. Y rojo, rojísimo. Y que yo soy la castaña de ideas despeinadas. La que va a clase, colecciona instantes o piensa en alguien (pidiendo un deseo, claro).
Me encanta pensar que es La pobre diabla la que vive (y peca), y yo la que escribe; hacemos un buen equipo.
Escrivivimos.
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La historia de una pobre diabla
De TodoSolo lee, conóceme y sorpréndete. Algunos tienen el valor de ser ellos mismos, ¿Tú eres uno de ellos?, Porque al final de todo no hay forma de cambiar quien eres. Érase una chica que jamás vivió sin temores, así que decidió pintar cada una de sus tr...