° CATORCE °

182 21 6
                                    

—¡Debes darte un baño!— Jimin insistía.

—¡Suéltame estúpido humano!— yo luchaba intentando sostenerme de lo primero que encontrara. 

La guerra continuaba luego de horas. Mi estúpido humano buscaba meterme es mañana temprano a la fuerza en aquella tina horrible que yo ya conocía tan bien. 

—¡No necesito bañarme si puedo lamer mi cuerpo!—.

—¡Ah no, eso si que no!— Jimin tiró de mi con decisión —¡no permitiré que pases tu lengua por ningún lugar de tu cuerpo frente a mis virginales y puritanos ojos!—. 

—¡No entiendo nada de lo que...  MIAAAAAAAU!— chillé y arañé el suelo cuando sentí que el idiota de mi humano tiraba de mi cola.

No se de donde sacaba fuerza si era tan flaco pero en menos de un minuto ya me tenía a medio metro de la tina del baño.

—¡Podemos llegar a un acuerdo!— yo abría brazos  y piernas ahora arañando el aire —¡podemos hablarlo, incluso podría a usar el collar de nuevo!—.

—¡Al agua!— mi humano me arrojó dentro haciendo que el líquido burbujeante cayera por el borde llenando el piso de espuma.

—¡ME AHOGO!— grité —¡MALTRATO ANIMAL, MALTRATO ANIMAGGSGGSHSVSJSKH!— empecé a tragar agua con jabón.

Jimin tomó el bote de champú vertiendo casi la mitad sobre mi cabeza.  Media hora mas tarde yo estaba sobre mi humano vistiendo la cosa suavecita a la que llamaba bata mientras él me echaba el aire tibio de la secadora y me peinaba.

—Te odio— dramaticé.

—Ajá—.

—Conseguiré un humano mejor—.

—Claro—.

—Nunca te he querido—.

—Como digas—.

Empezaba a darme sueño y ronroneaba en contra de mi voluntad. Odiaba cuando Jimin me hacía sentir tranquilo y relajado luego de una ducha.

Me estiré sobre las piernas de mi humano y lo abracé como ya empezaba a acostumbrarme.

—¿Sueño?— preguntó acariciándome las orejas.

—Cállate, sigo molesto—.

—Entonces aléjate— lo escuché resoplar.

—¡Ah, así que ahora el malo soy yo!— repetí la frase que había escuchado en uno de los dramas que mi humano veía en la caja llamada televisión. 

Jimin soltó una risita.

Sus labios eran bonitos. Me incliné al frente y los pegué a los míos.

El se quedó de piedra mientras yo imitaba la escena de ese mismo drama en donde los humanos hacían algo parecido, se veía como algo curioso y sencillo así que quería intentarlo. Me alejé y observé los labios de Jimin tan rojizos y agradables. Quizás no lo estaba haciendo bien, aquellos humanos del drama lo hacían con mas ganas.

Me acomodé sobre Jimin y lo intenté de nuevo. Aquellos humanos movían mucho mas los labios pero Jimin estaba inmóvil.

Me alejé inconforme con el resultado y decidí que lo que para los humanos era bueno y entretenido, para mí no era realmente gran cosa.

—Humano, tengo hambre— suspiré — ese otro humano que me cae mal no a venido a traer salmón de nuevo— me quejé.

Jimin no se movía, incluso parecía haber dejado de respirar. Odiaba cuando Jimin actuaba tan raro, lo bueno es que ahora podía ir yo mismo a tomar mi propia comida.

Ignoré a mi humano y caminé hacia la cocina en donde me detuve al divisar una mariposa amarilla que había entrado por la ventana abierta.

La observé aletear y la perseguí por toda la sala dando saltos, si de algo tenía quejas, era de que ese cuerpo humano no era tan ágil como mi antiguo cuerpo. Finalmente el insecto volador llegó hasta la ventana intentado huir. Yo no permitiría tal cosa por lo que tomando impulso corrí y brinqué hasta la ventana con tal mala suerte que mi estúpido pie humano se atascó con cable de la lampara de Jimin.

Sentí que caía de cara al suelo desde el segundo piso pero de pronto el cable se tensó al rededor de mi tobillo y sostuvo mi cuerpo humano en el aire. Me sacudí violentamente haciendo que mi cuerpo se meneara como esas cosas llamadas piñatas chocando contra la pared del edificio.

—Oh — escuché una voz humana — mi vecino de arriba es un otaku que se disfraza de neko...—.

Giré intentando divisar algo mientras sentía como toda la sangre me corría hasta a cabeza. Yo seguía suspendido en el aire con el cable tensándose cada vez mas en mi tobillo y la bata sobre mi rostro.

Cuando finalmente logré divisar algo encontré a un humano en una de las ventanas del primer piso con el cabello mas revuelto que los huevos que preparaba Jimin en las mañanas.

El desconocido llevaba un cepillo de dientes en la boca y unos enormes anteojos redondos al tiempo que me tomaba fotos con su celular en aquella situación tan insultante para mi instinto felino.

  —Hola — sonrió el humano —¿uke o seme?— preguntó.

Eso suena como a comida.

—Mmmm... Dame dos ukes —pedí con el estomago rugiendo de solo recordar que tenía hambre.

El volvió a sonreír.

—Creo que nos llevaremos muy bien—.

Y entonces el cable finalmente se rompió haciéndome caer al suelo y segundos después, ya rendido en la dura superficie y con el peor raspón de la vida en mi cara, la lámpara de mi humano aterrizó sobre mí.

¡Auch!

Black Cat - | YOONMIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora