Capítulo 10

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Estaba en los brazos de Thomas inundándome de su aroma hasta que abrió la puerta de la habitación y me bajo caballerosamente.

—Tu no te puedes ir así Pamela —salió de su boca con su voz suave tomándome de la barbilla con delicadeza.

—Ya la decisión está tomada —digo quitando su mano de mi rostro y haciéndome a un lado.

—¿Que le diremos a todos? —dice sentándose en la esquina de la cama mientras me observaba algo pensativo.

Su mirada y esos ojos que eran todo para mi.

—La verdad, ya no quiero que juguemos a que somos esposos —sigo afligida sacando mi maleta del closet.

Estaba perdidamente enamorada de Thomas y ya no podía seguir con tantas mentiras y tenerlo cerca me hacía daño.

—Sabes que todo comenzó por ti —agrega con voz suave.

—Lo se, pero creo que ya es hora de decir la verdad —agregué de inmediato con firmeza en mis palabras.

Thomas se puso de pie y sentí su presencia atrás de mi.

Eso me hizo tragar con dificultad.

—Luego hablaremos de eso, ahora vamos a bajar y haremos de cuenta que no ha pasado nada, ademas es tu cumpleaños, vamos a cenar y platicaremos como dos personas maduras que somos —dice atrás de mi y quitándome la maleta de mis manos.

Su voz y esa tranquilidad y serenidad que tenía al hablarme me hacían sentir a gusto.

Antes de decirle algo suelto un suspiro.

—Está bien, pero que conste que sólo iré porque necesito que terminemos con esto lo más pronto posible.

—Ok ok, está bien —dice levantando sus manos en señal de paz y sonriendo de lado.

Eres irresistiblemente guapo, y esa sonrisa....

—Voy a arreglarme —digo sonriendo con cierta timidez y sacando esos pensamientos de mí.

—Te estaré esperando abajo —dice guiñando su ojo de una forma sexy.

Yo solo lo mire y sonreí sin mostrar los dientes mientras negaba con mi cabeza.

¿Que me has hecho?

No soy la misma, ni siquiera me atrevo a robarle un beso o acercarme a ti de otra forma, antes no me importaba romper las reglas, antes simplemente podía coquetear contigo y ahora sólo me pones nerviosa y no sé cómo actuar cuando me miras con esos ojos azules que son mi perdición.

Después de salir de la ducha decido por colocarme mi vestido beige el cual era muy bonito y apropiado para la ocasión, mi vestido era elegante y a la vez sencillo, podía moverse con facilidad con el viento, me hice un maquillaje sencillo y arreglé mi cabello en una cola alta y dejé unos cabellos rebeldes que salieran.

Bajo las escaleras y en cuanto Thomas me ve se coloca de pie de inmediato sin quitarme la vista, nuestras miradas encontrándose, sentía que no podía respirar bien de solo verlo ahí para mí, porque era para mi esta noche, y por ser mi noche quería hacer lo que quería y recordé aquellas palabras que una vez me dijo mi prima Alison, diviértete, es mi cumpleaños, ¿que podría salir mal?

Thomas CollinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora