one.

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Por alguna razón siempre cuando los chicos hacían aegyo no decías nada, solo sonreías mientras todos los demás se quedaban muy apenados.

—¿Cómo es posible que no te de cringe esto?

—Al contrario, sí me da pena ajena, pero trato de no demostrarlo mucho. Por dentro estoy llorando.

Si estuvieras en ATEEZ. [SEGUNDO LIBRO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora