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A Hyejoon le gustaba observar a Dongyoung. A Dongyoung le gustaba hacer muecas para hacer reír a su compañera.

Solía reír a lo lejos cuando esto pasaba, justo unos segundos antes de la entrada del profesor, quién llegaba alertando que no aceptaría ningún mal comportamiento en su clase.

Por las tardes, después del colegio, veía como jugueteba con Jungwoo y Youngho. Y al sentarse en la banqueta para esperar al autobús los juegos entre ellos se convertían en golpes suaves, chistes sin sentidos y grandes carcajadas, ahora sentados junto a ella en el autobús.

Mientras el tiempo pasaba, Hyejoon se acercó más a Doyoung y su grupo de amigos, ahora ella también era parte de esta familia "de corazón".

Las miradas de comodidad, tranquilidad y el sentimiento de pertenencia a ese pequeño lugar, en este momento era una mirada de desanimo, sin un brillo pero con un poco de esperanza en ella.

La amarga sensación de no poder entender el por qué, la culpabilidad cargada a sus hombros cada vez pesaban más. Largos abrazos con lágrimas de por medio y palabras de consuelo eran parte de su día a día.

También el visitarlo, saludando a las enfermeras, que ya la conocían y ser recibida por, normalmente, el hermano de Dongyoung.

—Gongmyung, ¿cómo están tus padres? —Acarició lentamente el brazo del chico, viendo como este forzaba una sonrisa, que a cantares se notaba que era esbozada para no soltar lágrimas.

—Como pueden, sabes. Papá no se quiere levantar de la cama y Mamá no deja de buscar cosas para distraerse. Te mandaron un saludo, —Murmuró —Bajaré a la cafetería, entra —Volvió a sonreír forzosamente. —Ayer no pudiste viniste y él ya te debe extrañar.

Hyejoon asintió soltando por lo bajo un corto "gracias", esperando que el joven abandonase la habitación, dejó su mochila sobre la silla que estaba al lado de la camilla —Dodo, perdón por no visitarte ayer —susurró cerrando la puerta que previamente Gongmyung había dejado entreabierta —Te extrañé demasiado ayer —Rió y tragó saliva —En realidad, todos los días te extraño, cariño.

Lo miró acostado tan tranquilamente sobre la camilla, sin saber lo mucho que lo extrañaban, no era algo que ella quería; pero era mejor que dejarlo ir para siempre, pasó lentamente su mano por el rostro de Dongyoung y movió los –ahora largos– mechones que caían por su frente, esperaba que en ese momento Dongyoung abriera sus ojos y le sonriera dulcemente como solía hacer.

Pero Dongyoung simplemente permanecía inmóvil.

Hyejoon no quería apartar la vista de él hasta que despertara, no quería dejarlo ir.

Y sin darse cuenta, volvió a quebrarse.

—Hyejoon, ¿cómo —Giró al escuchar atrás de ella la voz de Taeil y se encontró también con Yuta. El mayor se acercó a ella y la abrazó fuertemente —Él va a despertar Hyejoon-ah, él lo hará porque es fuerte, nuestro Dongyoung es muy fuerte y lo sabemos. —Yuta limpió las lágrimas que rodaban por su cara, se había acercado cuando taeil la abrazó y el llanto se hizo más fuerte. —Lo mejor será que salgamos y te acompañemos para que te laves la cara, Joonie. Cuando te sientas mejor volveremos con él, ¿sí?.

Cuando volvió del baño, vió de espaldas a Gongmyung hablando con el médico y los chicos a su alrededor, con el corazón a mil aceleró el paso para escuchar también.

— Buenas tardes, Doctor. —Saludó rápidamente, inclinándose y siendo recibida igualmente —Yo, discúlpe... ¿Pasó algo? —Sintió como todos miraron hacia ella, escuchando jadeos, eran miradas tan pesadas que cada vez sentía que su corazón saltaría de su pecho en cualquier momento, estaban llorando.

ɴᴄᴛ ⁽ᵒᶰᵉ⁻ˢʰᵒᵗˢ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora