Summary: Como un trabajo escolar, los alumnos tienen que escribir una anécdota que aprecien de su infancia.
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La pluma surca el papel con habilidad, la tinta impregna el pliego con destreza y delicadeza. A Yaoyorozu le gusta escribir de una forma impecable al hacer sus trabajos escolares, adora ver lo linda que se ve la caligrafía, ha práctica mucho cuando era niña. Cuando se detiene a apreciar el papel, algo llama su atención.
Escucha como alguien toca la puerta de su habitación, su silla se desliza al mismo tiempo que se levanta y abre la puerta. Quien está al otro lado, lleva una libreta en mano y le saluda cordialmente.
—¿Todoroki-san?
—Yaoyorozu, ¿Puedo pasar? —ella asiente y se hace a un lado, el chico da unos pasos para después voltear en cuanto ella cierra la puerta —¿Ya has hecho el trabajo que pidió el profesor Aizawa?
Momo parpadea un par de veces, sobre todo porque era raro que Todoroki le pidiera ayuda en relación a una tarea. Sobre todo con algo tan trivial como esto.
Aizawa les comentó que por órdenes del director, se está implementando una campaña de psicología, para sus mentes adolecentes, claro está. Entre los deberes estaban cosas sobre problemas en el pasado con sus quirks, lo que le gustaba o disgustaba sobre su particularidad. Y hoy, les tocaba escribir la anécdota de su infancia que más aprecien.
—Si, acabo de terminarlo justo ahora, ¿Por qué pregunta?
—¿Qué escribiste?
Ella no se espera una pregunta así. Sus mejillas se lo pintan de carmín en el momento. Baja un poco la mirada y juega con sus manos con nerviosismo.
—De cuando hice mi primer matryoshka y mi madre estalló de felicidad. Mi papá me regaló mi primera enciclopedia universal ese día. —dice ella, con una sonrisa nostálgica.
—Ya veo.
Yaoyorozu lo observa, llevando uno de sus cabellos por atrás de su oreja, ella analiza por un momento los gestos del chico. Comúnmente Shouto es difícil de leer, pero era porque no sabía expresar bien sus emociones, eran cosas pequeñas que lo distinguían. La inclinación de su cabeza, la dirección de su mirada, ese pequeño tic en sus dedos que le daba por tocar la punta de los cabellos de su nuca.
—¿No sabes sobre qué escribir? —ella inquiere con cautela, los ojos heterocromáticos del joven la miran con atención, supo que había acertado.
Todoroki no hablaba mucho de sí mismo, y menos cuando se trataba de su familia. Ella le había acompañado una vez al hospital de a ver a su madre, porque se habían encontrado por casualidad. La mujer era hermosa, pero con una mirada triste. Rei es quien le habló un poco de su pasado y de Shouto, cuando su compañero había salido un momento.
—¿Quieres un té, Todoroki-san?
Ofrece ella, y deja que el chico se relaje un poco. El joven se sienta a un lado del escritor y ella sobre su cama (ocupaba mucho espacio, tal vez debería cambiarla las próximas vacaciones).
—¿No tienes alguna idea sobre qué escribir?
Él se muestra pensante, como si intentará rememorar entre todo aquel pasado que prefería no mencionar, en busca de algún haz de luz entre toda aquella oscuridad.
Yaoyorozu frunce las cejas en un gesto de preocupación, era hiriente incluso pensar que para escribir una buena anécdota le costará tanto, ella estaba al tanto de todo lo que su familia tuvo que pasar en ese entonces, y aún así, no tener una idea concreta de un buen por qué era frustrante.
—Bueno, hubo una vez —ella levanta su mirada esperanzada, siendo su corazón destrozado en segundos por la expresión ajena, cuya parte izquierda es tapada por la palma de su mano —, antes de...
—Si —ella asiente dando a entender que a captado el mensaje, no quería que Shouto se obligará a mencionar lo ocurrido, cuando lo que quería era sacar a la luz un recuerdo feliz.
—Una vez cuando estaba entrenando con mi padre, me excedí un poco y terminé con fiebre esa noche —, él asienta si taza de té en la madera, mira atentamente como aquel vapor se dispersa en el aire —Mi madre me arropó y enfrió los pañuelos con su Quirk, me hizo una figura de hielo para levantar mis ánimos. Fuyumi me trajo un pastel y Natsuo una revista de la shonen jump —una suave sonrisa se le forma en el rostro —, mi madre se quedó conmigo hasta que me quedé dormido, contándome algunas leyendas japonesas. Al día siguiente me sentía mejor, pero aún así mi padre me dejó esa tarde libre para jugar con mis hermanos — hace una pausa, tomando un poco de aire —, después, cuando los veía jugar juntos y yo no podía acercarme, ese día se sentía muy lejano.
Todoroki cierra los labios y muerde su mejilla al interior, sus dedos se deslizan sobre el brazo de la taza con delicadeza. Ese momento parecía muy distante al presente, hacía mucho que no lo sacaba de aquella pequeña caja, donde guardaba sus recuerdos más preciados.
—Todoroki-san —Escucha la voz débil de la fémina, cuando voltea no le da tiempo de reaccionar, sólo siente la calidez del cuerpo de la muchacha sobre él, en un tierno abrazo.
Él no se mueve, siente las suaves caricias en su cabellera y cede a aquel pequeño sentimiento burbujeando en su pecho, cierra los ojos, dejando su cuerpo descansar sobre aquel gesto.
Se queda así un momento, sólo olvidando un pequeño instante todo; no se dio cuenta de cuando sus brazos rodearon la cintura de la chica y su mejilla se acomodó perfectamente sobre su pecho. Escucha la melodía de sus latidos, son constantes y por alguna razón es reconfortante.
—Todoroki-san... —su hilo de voz la hace escuchar algo nerviosa.
—Sólo un poco más, Momo —menciona él con suavidad. Ella suspira, depositando un ligero beso sobre su coronilla.
—Esta bien, Shouto —susurra ella, mientras una cariñosa mirada se cuela entre sus largas pestañas.
Algún día, quería hacer nuevos y dulces recuerdos juntos.
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Notes:
Hace un tiempo que quería escribir algo TodoMomo (otra vez) hace mucho que no lo hacía. Y más, con relación a la vida de Todoroki (bueno, más o menos).
Cabe mencionar que en esta viñeta ellos tienen algo platónico (?), Aún no son pareja pero son concientes de los sentimientos del otro, y se sitúa durante su segundo año en UA.
