siete

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Jungkook había querido que aquello ocurriera hace muchísimo tiempo, lo suficiente para poder crear más de mil escenas en su cabeza antes de irse a dormir. Cuando pasó, se sintió definitivamente mucho más cómodo que estar sentado a su lado mientras tocaban el piano.


La razón por la que Jungkook creía que nada era más cómodo que tocar el piano con él, era porque jamás había estado entre sus brazos, y jamás había probado sus labios, que sabían a durazno, tal como lo imaginaba; que se movían suavemente sobre los suyos; que ahora podrían ser su lugar favorito en el mundo.


Su cuerpo estaba pegado al de Yoongi, pero su mente se encontraba fuera de él. Qué bien se sentían sus manos frías en su cintura. Podría quedarse allí toda la vida.


-Yoongi, quiero tocar el piano para que estés orgulloso de mí. -Susurró un ruidoso Jungkook sobre los labios del mayor y pudo sentir cómo los susodichos se movían lentamente para formar una sonrisa.

Una sonrisa, sólo para él, y qué lindo e indebido.


La mente de Jungkook le gritaba que no se ilusione, pero sus labios no querían dejarlo ir.

Si Jungkook no estuviera tan cegado por el amor, si pudiera soltar a Yoongi y conseguir a alguien mejor, seguramente podría ser feliz. Pero él aún creía que nadie era mejor que Yoongi, y que no sería capaz de encontrar la felicidad en ningún otro lado. Aún cuando Yoongi sólo lo veía como su alumno, aún cuando el mayor solo lo usaba.


Y,
aún cuando Yoongi amaba a alguien más,
Jungkook lo elegía,
dependía de él,
y tocaba el piano sólo para verlo sonreír.

evangelion : yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora