Marzo

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El camino al hospital fue más largo de lo que John esperaba que fuera.

Sin embargo, ahí estaba Jean, a un lado suyo. John no tuvo inconveniente alguno en dejarlo venir, pues ya era como familia de verdad.

Todo había pasado muy rápido.

Desde hacía algunos días, la madre de John había tenido ciertos dolores musculares y de espalda, pero lo había atribuido a que tenía que estar por largas horas en una oficina de frente a una computadora. Se había puesto peor en las últimas noches, pero ella seguía sin darle importancia. A eso se suma que -debido a su horario de trabajo-, tenía comidas entrecortadas y mal hechas. Ella había tenido agruras e indigestión, y las noches anteriores había vomitado un par de veces. Así que fue a ver a un médico.

El dolor de espalda fue debido a una hernia discal que se encontraba en la espalda baja. La preocupación duró poco, pues el doctor en cargo dijo que con una operación y medicamentos, la mujer podría volver a estar sana.

El problema no fue ese.

El dolor de estómago sólo incrementó con el medicamento, y esto alarmó al médico, así que pidió que se hiciera algunos estudios con un especialista. Lo que encontraron no fue mucho mejor.

Desde hacía algunos meses -estimaron los doctores-, se había desarrollado muchas células malignas en el estómago de la madre de John, y ahora estaba en un punto crítico. Si bien era cierto que el cáncer que se encontró aún no había hecho metástasis, el problema era que ya estaba muy avanzado, y se necesitaría más que una endoscopia.

Así que ese mismo día, John rezó por primera vez por la vida de su madre.

Se encontraban jugando béisbol en aquella cancha unos chicos que conocían a John, aunque no conocían a Jean. O quizá sí, pero entonces creerían que eran hermanos.

Para entonces, en aquella pequeña ciudad, los compañeros de John ya habían escuchado sobre su madre. Algunos le apoyaban, otros lo ignoraban completamente.

- Pobre John -dijo uno de ellos-. Él y su hermano se quedarán solos si su mamá muere.

- Oí que el papá vive en otro estado, y que tiene su propia familia ahí, así que quien sabe -respondió el amigo mientras se ponía de pie y se levantaba de la banca-. ¿Vas a batear?

- Sí, ya te había dicho.

Eso era lo que se rumoreaba, y no era más que la verdad.

El padre de John había llegado desde Ohio por la situación que su hijo estaba viviendo. Él le dijo a John que pagaría parcialmente los gastos médicos, y le preguntó que si quería irse a vivir con él y su familia. John negó con la cabeza. John le dijo a su papá que su mamá aún podía ir y dormir en la casa algunos días, y que él podía ocuparse de sí mismo. Su padre prometió venir cada fin de semana.

Y por más que le dolía, John intentó ocultárselo a Jean. Aunque claro, ya todo el mundo lo sabía.


Jean & JohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora