Puedo decir "te quiero" sin que signifique nada.
Luisina se encontraba otra vez mirando el techo, recibiendo e ignorando llamadas de Valentín. Toda la semana fue rutinaria, con ese mismo suceso atravesándola continuamente, y con el pensamiento de lo que había ocurrido la noche anterior.
"¡Abrime!" escuchó el grito del muchacho en cuestión, desde afuera de su casa. "Necesito saber que estás bien... en serio, Lu." dijo esta vez en un tono más bajo.
Sus piernas temblaban, sus pensamientos se golpeaban entre sí, ¿Tenía que alejarse? ¿Tenía que volver?. Sus incógnitas iban a definir sus acciones, era una carrera a contrarreloj, y no sabía quién iba a ganar.
"Estoy bien..." susurró la ojerosa al abrir la puerta. "¿Necesitas algo?"
"A vos." invadió la casa con su voz ronca, abalanzándose sobre ella.
"Estuviste tomando, alejate..." suspiró, un poco agitada por el nerviosismo del gesto que había recibido, a la vez que se lo sacaba de encima.
"Tomo porque te extraño." respondió arrastrando todas las palabras.
Las miradas no se podían engañar entre sí, y los ojos resplandecientes de Luisina tenían un lustre que no se podía ocultar. Estaba todo ahí, plasmado en aquella escena: Valentín recostado y ella cuidándolo, como si fuese un chiquito, porque ese era el inicio de todos sus encuentros.
"Toma..." musitó la rizada, extendiéndole una taza de café caliente recién hecho. "Te va a hacer bien."
El varón lo recibió con amabilidad, bebiendo el contenido con una sonrisa medio dormida, efectivamente había tomado bastante de más.
"Tengo sueño, Lulú..." susurró entre sus brazos.
Lo veía frágil, con sus ojos llenos de pureza y tranquilidad, llenos de esa paz que algún momento la hicieron amar, la misma paz que la hizo caer.
"Vamos a dormir..." respondió en el mismo tono, corriendo sus mechones despeinados, y dedicándole una dulce sonrisa.
El casi rubio asintió con seguridad y lentitud. Con un poco de ayuda de su compañera logró levantarse, y, utilizando de sostén a la fémina, logró llegar a la habitación de Luisina.
"Me hacía falta estar así..." confesó Valentín, provocando que su ex lo mirara.
"¿En pedo?" preguntó irónica.
"Con vos." contestó en seco.
"Vos me dejaste." contraatacó ella.
"Vos me obligaste." respondió, consiguiendo que ambos se miraran durante largos segundos sin emitir sonido alguno. "Perdón, Lu. No quise decir eso."
"Olvidate, ya está." lo cortó dolida, cubriéndose por completo con las sábanas de la cama. Cada una de esas tres palabras la rompieron un poco más de lo que estaba, pero ella prefirió hacer caso omiso.
"Que descanses, te quiero, Lu..." remató el poseedor de los ojos más lindos que Luisina haya visto.
"Yo también, Val..." respondió sin más.
Era tarde, las luces de la calle entraban como intrusas a la habitación y eran testigos de aquel inexplicable suceso.
Lo que tanto se había prometido Luisina, había terminado roto, casi tanto como ella se sentía.
Era tarde, no solo por la hora.
Era tarde, Luisina había vuelto al círculo.
me puse triste che.