capítulo seis.

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"Puedo hacerte imaginar."

































"¿Cómo andas?" preguntó dulce, dándole un beso en los labios. "Te anduve extrañando." continuó, a la vez que la abrazaba con una fuerza impresionante.

"Bien, medio cansada por la facu, pero bien." respondió Luisina, cerrando la puerta luego de que Valentín entrara.

"Buenísimo entonces, vengo a distraerte un rato." sonrió.

Luisina se sentía en paz, Valentín parecía haber cambiado algo, andaba más tranquilo con ella y con sus amigos, todo parecía andar bien.

"¿Querés comer algo?" preguntó suave.

"Sí, pero deja que pido algo..." propuso, sacando el celular para abrir la aplicación. "Vos anda a la cama que ahora llega y lo llevo." siguió.

"Te espero, amor. La cama vacía es medio una paja." confesó, ganándose otro abrazo por parte del varón.

Luisina se sentó en el sillón y puso la televisión, no había mucho para ver, así que puso una peli que estaban pasando en un canal cualquiera esperando que llegara la comida.

"¿Pizza está bien?" preguntó, verificando que todo esté bien.

"Ajám."

"Pedí una, sino no terminamos de comer más." acotó.

"Vení un rato conmigo." llorisqueó como si fuese una nena.

Valentín rodó un poco los ojos y fue, se sentó a su lado y con un brazo la rodeó, como en las películas románticas, aunque esta estaba más cerca de ser una de terror que de cualquier otro género.

"Deja el celular un rato." insistió.

"Estás pesada hoy, eh." contestó de mala gana mirándola de reojo. "No rompas los huevos."

"Bueh, después te quejas de mí."

"¿De qué me quejo?" cuestionó él de mala forma. "Me molesta que te pongas en conchuda, nada más."

Luisina no dijo nada más, estaba cansada de siempre discutir por cosas que al fin y al cabo terminaban siendo su culpa... o que Valentín determinaban que eran por ella. El timbre sonó, por lo que Valentín dejó el celular en el sillón y se asomó a la puerta para atender al repartidor.

Dejó el celular desbloqueado, pésima decisión. Luisina se asomó a ver, pésima decisión.

Malena:

estás con la pesada esa?
q bajón
en un rato te venís?
ando con ganas de verte

Luisina se echó para atrás rápidamente, no quería que Valentín se diera cuenta de que había leído los mensajes. Su corazón latía a la velocidad del galope de un caballo de carrera, se sentía abatida, totalmente traicionada.

"Pone la mesa." sonrió el varón al entrar. "¿Pasó algo, Lulú?" preguntó, al ver que Luisina no respondía.

"Bancame que voy al baño." intentó sonreír, girando con velocidad para dirigirse al baño y cerrar la puerta con llave.

Ahí estaba todo de nuevo. Los engaños, los apodos lindos, la falsa calma y la mentira latente. El corazón de Luisina estallaba, se quebraba cada vez más a medida que desarrollaba la idea del engaño. Los visualizaba a los dos, en un mismo espacio y haciendo vaya a saber Dios qué cosa.

Se lavó la cara y la contempló en el espejo por varios segundos, intentó canalizar toda esa incertidumbre y ansiedad en una bola pata esconderla, como siempre hacía.

"Toma." entregó el plato el joven una vez que ella se sentó.

"¿Te quedas a dormir hoy?" preguntó, con una inocencia totalmente fingida.

"No, tengo cosas que hacer." respondió, mirando su celular a la vez que respondía.

"¿Qué cosas?" quiso indagar más.

"Cosas, cosas. No son de tu interés." intentó desviar el tema.

"¿Vos me estás cagando?" cuestionó, soltando la porción de pizza que tenía en la mano.

"¿Vos me preguntas en serio?" preguntó irónico. "Lulú, hasta a terapia voy por vos, ¿Con qué cara me preguntas eso?" siguió, con un tono de indignación en su voz.

Luisina se sentía mal, Valentín tenía un punto, él estaba haciendo cosas por ella, y ella se sentía tan malagradecida como para desconfiar de su acompañante.

"Tenés razón, soy una boluda." musitó.

"Ya sé que sos una boluda, no sé ni qué mierda hago acá." acotó enojado. "Vos flasheando con tus delirios de mierda, insegura del orto." continuó.

"Perdón." susurró.

"Me pusiste de mal humor, me voy antes de que me ponga peor." un escalofrío la recorrió de punta a punta. "Chau." dijo sin siquiera verla, cerrando la puerta de un golpazo.

Y ahí estaba Luisina, sentada en la mesa observando como su no relación se rompía, otra vez, llevándose con ella otro pedazo de su piel.

𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚 - 𝐰𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora