Hades y Perséfone

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El dios del inframundo se encontraba horriblemente aburrido en su reino, ya estaba harto de molestar con las almas y sus últimos deseos, y Cerbero al igual que su dueño se encontraba sin ánimos. El dios del inframundo, o Fargan, como quieran llamarle, se encontraba recostado en su trono cuando uno de sus sobrinos llega con un mensaje de su padre.

-¿Qué pasa, Luzu?-Pregunto al dios mensajero.

-Nada importante, solo es mi padre que quiere verte en la cena familiar.-Dijo Luzu observando a las almas triste suplicando.

-Willy siempre tiene esas ideas locas de mantener a la familia unida, pero la verdad es que no tengo muchas ganas de ver a la familia, así que dile a tu padre que agradezco la oferta pero no iré.

-Bueno, pero en realidad fue idea de Vegetta.-Dijo el dios alejándose del reino de Fargan.

El dios luego de un tiempo se encamino a los reinos de su hermana Akira, la diosa de la agricultura, hace mucho no subía a la tierra de los vivos y le gustaba ver como su hermana mantenía todo tan verde y provechoso. Aunque extrañado observo a un lindo muchacho recogiendo flores con unas ninfas. El chico sonreía alegre mientras en su cabello las ninfas colocaban las flores entre sus cabellos, podía jurar que era el chico más bello que había conocido incluso superando a la diosa de la belleza, cuando estaba dispuesto a acercarse al chico logro ver a su hermana.

-Alex, cariño, debes arreglarte para la cena familiar que están preparando Willy y Vegetta.-Dijo Akira acariciando los cabellos de su hijo. Fargan sonrió y volvió a su reino, avisándole a su sobrino que iría a la dichosa cena.

Alex odiaba las cenas familiares, siempre le recordaban que era el dios más pequeño del grupo, por eso prefería pasar tiempo con las ninfas en los campos que cuidaba su madre. Lamentablemente ahí se encontraba él, vestido con un delicado traje blanco con encaje floral que su madre confecciono para él, caminando hacia la majestuosa casa de su padre, cuando entre saludaba cortésmente a todos los dioses, sátiros y criaturas que se encontraban ahí, cuando por fin perdió a su madre de vista decidió alejarse de todos e irse al jardín de su padre.

-Es un bello jardín, ¿cierto?-Dijo una voz a sus espaldas, Alex se giró y observo fascinado al dios del inframundo, era un chico precioso y definitivamente la oscuridad le quedaba genial.

-Sí, es hermoso.-Dijo el chico girándose a observar nuevamente el jardín.

-No es lo más hermoso que se encuentra aquí.-Sonrió encantadoramente Fargan generando el sonrojo del más pequeño.

-Soy Alex, no había tenido el gusto de conocerlo.-Dijo tímido.

-El gusto es mío, nunca había visto a ser tan dulce y lindo en este tipo de juntas.- El pequeño sonrió dulcemente.

Pasaron toda la cena familiar charlando, ambos conociéndose aún más y descubriendo que tenían muchos gustos en común, al final quedaron en que algún día el más pequeño iría al reino del chico oscuro a visitarlo y con esa promesa se despidió.

El dios del inframundo emocionado por la visita del hermoso pelinegro se encargó de prepararle una sorpresa que sabía que le encantaría, con ayuda de unas ninfas había construido un bello jardín que llenaba de vida su reino muerto. El día esperado de ambos había llegado, Fargan logro ver a lo lejos como el chico se adentraba a su reino y cuando estaba por acercarse al chico observo como su perro gigante corría hacia el muchacho, Fargan temeroso de que le pudiera hacer daño comenzó a correr pero se detuvo abruptamente cuando logro observar a Alex jugando con el perro de tres cabezas tan alegremente.

-Al parecer cautivas a todos los seres que te conocen.-Dijo fascinado Fargan sonriendo, Alex lo mira sonriendo y se sonroja.

-No creo que sea para tanto.-Dijo el chico avergonzado, Fargan le extendió su mano y el chico la aceptó gustoso.

-Te tengo un regalo, espero que te guste.-Alex sonrió emocionado mientras seguía al dios.

Ambos caminaban con sus manos entrelazadas charlando de qué habían hecho en ese tiempo sin verse, ambos queriendo admitir que habían esperado tanto ese día que no podían conciliar en las noches el sueño.

-Ahora te pido que cierres tus ojos un momento y confíes en mi.-El pelinegro asiente cubriendo sus ojos, mientras Fargan abría las puertas del jardín que había preparado para su dulce niño.-Ahora puedes abrirlos.

Alex abrió lentamente sus ojos y observo el jardín frente a él, se encontraban sus flores favoritas, observo todo tipo de flores, de muchos colores y de diferentes olores, se giró y miro emocionado al chico frente a él, quien le correspondió su sonrisa, se abalanzo sobre él en un abrazo.

-Es hermoso, Fargan, pero no tenías que molestarte con algo así.

-Este lugar me recuerda a ti, así que si es necesario, porque cuando te extraño vengo aquí y te siento conmigo.-Confeso Fargan algo avergonzado, mientras el pelinegro sonreía.

-Me encantaría pasar más tiempo contigo, pero sabes que pertenezco al reino de los vivos, con mi madre.-Dijo el chico acariciando dulcemente los cabellos de su querido.

Fargan miraba con cariño al chico, temiendo por la reacción que tendría pero estaba dispuesto a arriesgar todo por él.

-Alex, mi cielo, ¿te gustaría pasar el resto de la eternidad junto a mí?-Alex lo miro sorprendido cuando de su bolsillo saco un anillo que seguramente estaba hecho por el mejor ciclope de la zona porque era maravilloso.

-¡Si! Acepto.-Respondió emocionado el chico pelinegro abrazando a su, ahora, prometido.

Ambos sabían que su historia había sucedido muy rápido, pero ellos no estaban dispuestos a esperar siglos para poder animarse a estar juntos, ellos se habían amado desde el principio y no iban a esperar para completar sus vidas. Fargan estaba feliz de que por fin tendría luz en ese lúgubre infierno en el que vivía, Alex estaba feliz de que por fin tendría a alguien que lo quisiera tal y como era. 

Esta es una versión propia sobre el mito de Hades y Perséfone, las cosas en el mito real no suceden así, pero la idea base es casi la misma. Espero que les haya gustado, los quiero. 

fargexby osDonde viven las historias. Descúbrelo ahora