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La noche pasaba, la familia se encontraba fuera recitando el conjuro de protección, los tres debían estar bien concentrados en su labor para que este fuera aún más efectivo. Pero uno de ellos flaqueó al escuchar un fuerte gemido proveniente del salón, las velas comenzaron a flaquear y sus padres lo regañaron con la mirada, luchando con todas sus fuerzas por volver a la concentración y seguir con su labor.

Namjoon se regañaba mentalmente por ser tan débil, pero ¿cómo reaccionarias si escuchas un gran gemido del hombre que amas?. Sabía que no estaba listo para ese ritual, pero no podía negarse pues mínimo necesitaban 3 personas para que el conjuro sea fuerte, su abuelito lastimosamente ya no podía hacer conjuros, así que le tocaba a él formar parte.

Dentro del salón permanecían dos personas que se habían entregado en cuerpo y alma, ahora estaban abrazados con tanta fuerza como si no quisieran ser separados nunca.

Quedando dormidos pese a que lucharon con no hacerlo para seguir disfrutando de sus caricias.

Minutos después estaban rendidos pero aún abrazándose.

En ese momento de flaqueza, un ente maligno de los muchos que estaban alrededor había logrado entrar al salón, acercándose hacia donde estaba Tae intentaba robar esa esencia que se estaba todavía formando en el interior del menor.

Jin sintió un frío recorrer su cuerpo despertando de golpe, viendo asustado cómo ese ente oscuro estaba por tocar a Tae.

-Detente- ordenaba con voz firme

-No interfieras humano – respondía la horrible y retorcida voz.

Jin hacía un signo con las manos y volvía a hablar -Dile a todos que él es mío, yo me encargaré de él-

El ente oscuro al reconocer esa señal se volvía más sumiso.

-Perdone señor, no sabíamos que estaba acá, nos retiramos – respondía saliendo inmediatamente.

Jin se quedaba agitado, nunca había usado ese poder en su voz. Volteaba a ver a un Tae dormido que sonreía placenteramente con los cabellos pegados a su frente debido al sudor de esa noche acalorada.

Jin sentía las mejillas arder, pero pese a que no quería que pasara nada, no podía ir en contra de su destino.

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