Cazadores

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"Querido Carlo, lamento decirlo, pero dentro de una semana yo ya no estaré a tu lado lamento decírtelo por carta, pero te amo, desde que teníamos quince años no he dejado de pensar en ti"


-Te advertí que no le dijeras a nadie - dijo la voz de Stephen, cubrí con mis manos mi rostro y de rodillas me puse a llorar - Ahora cazadores irán por ti, tienes 24 horas - la llamada se cortó.

Carlo me miro preocupado, se arrodillo a mi lado y me abrazo. Nos quedamos así durante mucho tiempo, se hizo eterno, mi semana, mi vida parecía haberse acabado...

-Nos iremos a mi casa - susurro él a la vez que besaba mi frente - Ahí estarás más segura, has tus maletas - obedecí sin dudarlo.

A paso lento y a manos temblorosas comencé a guardar mis cosas en las maletas que habíamos llevado a nuestro viaje a Francia, mientras él me esperaba en la entrada de mi cuarto yo recordaba nuestro viaje.
Habíamos decidido escapar para navidad, ni él ni yo teníamos familia a la que visitar así que habíamos tomado las maletas y nos habíamos ido, recuerdo que el mismo día que habíamos llegado fuimos a un paseo, estaba lleno de gente comprando regalos, nosotros andábamos perdidos en las luces, en las voces, en los colores, no necesitábamos hablarnos para saber que estábamos ahí. Esa noche recuerdo que me tomo de la mano por primera vez, pero al darse cuenta me soltó enseguida.

Hubiera querido que no me soltara nunca, pero no me atreví a decírselo... y ahora me arrepiento, porque esa noche debería haberlo besado.

-¿Estas lista? - pregunto Carlo y yo me sonroje, él jamás sabría en que pensaba

-Si - sus manos viajaron a mis maletas y las tomo despacio.

- entonces nos vamos - su voz era firme, pero estaba teñida de un miedo casi imperceptible.

Salimos de mi edificio cuidando nuestra espalda a cana momento, Carlo me abrazo fuertemente por los hombros y así caminamos hasta llegar al suyo. Cuando llegamos a su piso su novia aún estaba en la cama durmiendo, mi corazón se oprimió al ver esa escena, yo solo sobraba.

Lo mire luciendo levemente incomoda y él me entendió enseguida, me llevo a su living y luego fue a despertar a su novia. Desde su habitación yo escuchaba la pelea en fingida voz baja, nunca le habia agradado a su novia, pero Carlo siempre se ponía de mi lado y por alguna razón seguían juntos. Me asome por la puerta justo en el momento en el que su novia le arrojaba una almohada y salía indignada por la puerta principal.
Nerviosa me largue a reír, no podía creer que acabara de lanzarle una almohada.

Carlo al escucharme se volteo con fingida molestia y comenzó a lanzarme los almohadones de su cama, reímos y olvidamos todo por unos instantes. Él me tomo por la cintura y me lanzo sin fuerza a la cama para hacerme cosquillas. Eran mi punto débil.
Reímos durante casi media hora hasta que un anuncio llego simultáneamente a nuestros celulares, nos miramos sin fingir, ambos estábamos asustados. Deje mi teléfono de lado y mire el de mi amigo, solo habían cinco palabras

Los cazadores han sido enviados

Nos miramos aterrados y el silencio se instalo sustituyendo la alegre risa que antes nos habia acompañado, nos miramos preocupados, Carlos se levantó y comenzó a caminar en círculos jalándose levemente el cabello como siempre hacia cuando estaba nervioso. Abrió y cerro la boca como queriendo decirme algo si atreverse a hacerlo.

-Nos vamos - dijo cuando por fin se atrevió a hablar - Me iré a arreglar y luego nos iremos a Francia mariposa, deja todo lo que sea rastreable aquí y partiremos al amanecer - y dicho y hecho.

Con Carlo nos dirigimos a las estación de trenes a pie, caminamos de la mano entre la gente, sin celulares ni computadores, solo con ropa y dinero.

Si nos veías por la calle pensarías que estábamos por ir a una de las más románticas aventuras, pero en realidad estábamos escapando de mi destino. De mi destino final.
Viajamos 16 horas hasta parís Francia, 16 horas en las que no podía dejar de pensar en esa noche en la que el tomo mi mando y luego me soltó, deseaba volver el tiempo, ir hacia atrás y más atrás y decirle lo que sentía. Ahora él tenia novia, era feliz, y no podía decirle cuanto lo amaba para luego desaparecer para siempre, no podía, no debía.

Al llegar caminamos por el mismo paseo que esa vez, solo que ahora estábamos nerviosos y cuidábamos nuestra espalda a cada segundo, Carlo me miraba a cada segundo, como chequeando que no fuera a desvanecerme entre sus brazos, ahora me arrepentía, me arrepentía de haberlo arrastrado a esta locura sin nombre.

-Mariposa, hay alguien siguiéndonos - susurro en mi oído mientras fingía estar tranquilo, me alarmé y quise salir corriendo, pero él me contuvo
-Tengo miedo - las lagrimas comenzaban a escapar de mis ojos y mi corazón latía con fuerza
-Vamos a escondernos en ese local hasta que todo pase - dijo y sin soltarme comenzamos a caminar hasta donde él decía, estábamos por llegar cuando se escucho un disparo cortar el aire.
- ¡Que nadie se mueva! - grito el hombre que nos perseguía, habia disparado al aire y ahora me apuntaba a mí. Quise decir algo, pero estaba petrificada, muerta de miedo, miré de reojo a Carlo y antes de que lo notara habíamos salido corriendo del lugar. Se escucho un segundo disparo.

Carlo acelero el paso y nos metimos en el primer hostal que vimos, nuestras maletas habían quedado abandonadas en la acera así que solo nos quedaba el dinero que llevamos encima.
Pedimos la habitación mas barata y subimos enseguida.

-Y estamos bien - dijo Carlo intentando tranquilizarse - ¿Cierto? - yo asentí, aun el miedo me invadía cuando note que estaba agotada.

Ya habia sobrevivido un día, solo quedaban seis

Mi última semana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora