Buenos días

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“Querido Carlo, lamento decirlo, pero dentro de una semana yo ya no estaré a tu lado lamento decírtelo por carta, pero te amo, desde que teníamos quince años no he dejado de pensar en ti. No es el momento adecuado para declararte mi amor, lo sé, pero necesito que lo sepas para que así yo pueda descansar en paz.
¿recuerdas esa noche en Paris? ¿Cuándo tomaste mi mano? Hubiera deseado que jamás me hubieras soltado, es más, esa noche debí haberte dicho lo que sentía, porque a la semana siguiente conociste a Alessia.

Cuando me besaste fue cuando supe porque todos los chicos con los que habia estado no se sentían correctos, simplemente porque no eras tú, pero hoy con más razón quiero que te alejes de mí, quiero que tengas tu felices para siempre Carlo, un final sin mí. Entre llantos escribo esto porque sin importar que este será mi final, lloro porque llevo una noche sin verte, lloro porque te conté y lloro porque te puse en peligro ¿podrás perdonarme?”


-Buenos días – susurro Helena mientras entraba y se sentaba en la orilla de mi cama – Ya conoces las reglas, pero te traje el desayuno – asentí y fui consciente de mi aspecto, debía tener los ojos hinchados mi almohada debía tener rastros de mi maquillaje. Me sonroje avergonzada.

-Gracias Helena – dije con voz ronca a la vez que tomaba la bandeja de mi desayuno y bebía un poco del café que me habia traído. Estaba amargo y ese sabor me recordó lo que habia ocurrido la noche anterior.

Nos quedamos bañadas en un silencio incomodo y Helena no tardo en irse. Sola en mi habitación no deje de pensar en que Carlo podía estar en peligro por mi culpa. Sintiéndome horrible en una bolsa que la dueña de la casa me habia pasado guarde mi chaleca y una blusa polera que la misma me habia regalado y baje por la estrecha escalera a la primera planta.

-La siguiente casa fantasma esta en Perth, Escocia, en King St – me dijo Helena al despedirse, me dio un beso en cada mejilla y cerro la puerta. Nuevamente camine a la estación en vez de tomar un taxi, tenia poco dinero y la verdad es que no tenía como conseguir más.

Luego de una media hora caminando llegue a la estación y fui a la boletería por un ticket a Escocia, tuve que esperar mas de una hora a que el tren saliera. Tenia los nervios a flor de piel cuando al otro lado de la estación lo vi, su característico cabello despeinado y sus ojos marrones me observaban fijamente. Quise abrazarlo y a la vez huir, pero estaba inmóvil debido a la emoción, hubiera corrido hacia él, pero justo mi tren arribo en las estación.

Dude en si debía subir o no al tren, pero después de unos segundos lo hice y termine mirando a Carlo a través de la ventanilla. Llore al ver como su rostro pasaba de confusión a tristeza, llore cuando lo vi jalarse los cabellos. Llore porque no estaba a su lado.
- ¡Te encontraré! – grito y el tren se puso en marcha.

Durante las casi ocho horas de viaje no deje de mirar por la ventanilla, no comí ni bebi nada. Solo pensaba en como sobrevivir dos días más, solo que, para este punto, ya no sabía si escapar valía la pena.

El tren llego a escocia cercano a las 17hrs y el bus a Perth cercano a las seis de la tarde, estaba cansada de estar sentada así que, igual que camino a la anterior casa fantasma, fui a ella caminando, la tarde me recibía con un cielo levemente rosado y el aroma a los jazmines en las calles me abrazaba. Cruce el puente de camino a King St y con una sonrisa toque la puerta.

-Buen día – salude cuando un hombre de unos 90 años me hablo. Él me miro de arriba abajo y me dejo entrar.

-Buen día señorita Ricci – dijo el hombre amablemente – Por favor pasa, pronto te llevare a mi habitación.
Pase con mi bolsa y entre al lindo edificio, intente olvidar a Carlo y por suerte, Eduard, el dueño de la casa fantasma, era bastante conversador lo cual me ayudo bastante – Llevo años manejando casas fantasmas como esta – dijo él interrumpiendo mis pensamientos

- ¿Por qué...? –

- La muerte se ha olvidado de mi muchacha – me interrumpió Eduard antes de que pudiera formular mi pregunta – Así que yo ayudo a otros a escapar ella – agrego con una sonrisa que no pude descifrar

- Entonces ¿le parece ridículo que nosotros huyamos de nuestro destino? – ya habíamos llegado a mi cuarto asignado así que, al igual que con Helena, nos sentamos en mi cama y seguimos conversando.

-No, me parece entendible – dijo el con voz grave – Pero llevo tantos años sin compañía y a la vez viendo tanta gente... es todo tan fugaz que no le veo sentido a una vida tan longeva – su voz sabia quedo haciendo eco en mi mente.

-Pero... el sentido es lo que mueve nuestra vida, ¿no? – él asintió – Sin sentido, vivir no es vivir... –

-Exactamente Giovanna, por eso mismo digo, mi vida dejo de ser vida muchos años atrás, por eso ayudo a otros a vivir lo poco que les queda – esta vez fue mi turno de asentir – Te dejare descansar – agrego, y dándome un beso en el cabello se alejó cerrando la puerta.

Mi mente viajo a todos los momentos importantes de mi vida, y todos ellos tenían algo en común, Carlo. Él era lo que le deba sentido a mi vida durante mucho tiempo, mas que mi carrera, la misma que habia abandonado luego de que mi profesor me habia encontrado un fracaso, cuando eso paso Carlo estuvo a mi lado durante una semana... y luego cuando publique mi primera novela, cuando fue todo un éxito él celebro conmigo. Me recosté en mi cama y me dormí casi enseguida.
Un suave beso en la punta de mi nariz fue lo que me despertó, desorientada comencé a abrir mis ojos y me encontré con unos cafés que me miraban con cariño.

-Te encontré mariposa – susurro con su frente apoyada en la mía – Te encontré –

Mi última semana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora