“Querido Carlo, lamento decirlo, pero dentro de una semana yo ya no estaré a tu lado lamento decírtelo por carta, pero te amo, desde que teníamos quince años no he dejado de pensar en ti. No es el momento adecuado para declararte mi amor, lo sé, pero necesito que lo sepas para que así yo pueda descansar en paz.
¿recuerdas esa noche en Paris? ¿Cuándo tomaste mi mano? Hubiera deseado que jamás me hubieras soltado, es más, esa noche debí haberte dicho lo que sentía, porque a la semana siguiente conociste a Alessia.
Cuando me besaste fue cuando supe porque todos los chicos con los que habia estado no se sentían correctos, simplemente porque no eras tú, pero hoy con más razón quiero que te alejes de mí, quiero que tengas tu felices para siempre Carlo, un final sin mí. Entre llantos escribo esto porque sin importar que este será mi final, lloro porque llevo una noche sin verte, lloro porque te conté y lloro porque te puse en peligro ¿podrás perdonarme? Espero que puedas perdonarme porque volviste a buscarme y me encontraste. Quiero decirte que estoy en paz, y si debo morir lo hare con tu mano tomando la mía. Espero que puedas acompañarme en este último viaje Carlo, porque eres lo único que necesito”
Desperté con los rayos del sol acariciando mi rostro y un brazo rodeando mi cintura. Sonreí porque sabía quién era.
-Buenos días, Carlo – susurre en sus labios y él se sonrió – Buenos días mariposa – dijo él con su voz ronca y acto seguido beso mi nariz.
-Buenos días también – dijo Eduard divertido mirándonos desde la puerta. Me sonrojé y escondí mi rostro en la almohada mientras Carlo reía – Ya conocen las reglas –
Con Carlo nos arreglamos y bajamos a la primera plata del edificio. El dueño de la casa nos habia empacado desayuno y no abrió la puerta para que nos fuésemos, sin rechistar, lo hicimos. Deambulamos todo el día recorriendo las calles escocesas, siempre cuidando nuestra espalda, pero disfrutando nuestro último día juntos como yo le habia rogado a Carlo que hiciésemos.
Mientras caminábamos por el parque South Inch aprovechamos de recordar cada día desde que éramos amigos, recordamos las salidas al cine, los parques de diversiones y las tardes en los patios de comida. Recordamos lo que vivimos y dejamos de lamentarnos por lo que no íbamos a vivir.
Cuando el cielo se volvía azul oscura y la luna nos iluminaba supimos que era momento de despedirnos.
-Por favor hagamos esto como yo pido – susurre mirándolo suplicante.
- No puedo dejarte sola – me contradijo – Tenemos que estar juntos –
-No soportare que te pase algo – solloce y él me abrazo
Discutimos durante mas de media hora, la luna ya estaba en lo alto y el aire frio nos congelaba. Decidimos que él se quedaría en un hostal y yo volvería a la plaza a esperar al cazador que llevaba siguiéndonos todo el día sin acercarse demasiado. Disfrutamos los últimos momentos juntos, pero cuando estábamos justo frente al hostal en donde Carlo se quedaría un hombre nos detuvo.
- ¡Alto ahí! – grito, era el mismo cazador que nos habia disparado en Francia
Nos quedamos petrificados, no habia nadie que pudiera ayudarnos ni ningún lugar donde escondernos. Él hombre me apuntaba decidido, todo se volvió borroso mientras sujetaba la mano de Carlo y cuando ya el silencio solo era una forma de tortura más se oyó el sonido del disparo
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Mi última semana
RomanceLa vida es corta, más corta de lo que muchos esperan, es fugaz como nada, en un pestañear todo puede acabar. Te lo digo yo... mi vida acabará pronto y no hay nada que lamente más que no hacer lo que siempre quise... besarte... y ahora no se si podré...