"Juanmi, tengo sus llaves, las tengo!
-¿Cómo lo has hecho? ¿Pero no estás con él?
-Eso no importa, las tengo, que hago, ¿entro directamente a su casa?
-Escúchame Paulina, ten precaución. Espera a que sean por lo menos las 5 de la mañana para asegurarte de que no esta despierto, entras con las llaves y lo robas.
Volví a casa para cambiarme de ropa, conseguí un par de guantes en una tienda 24 horas para estar lista a salir de mi casa sobre las 4 y media de la mañana. Me sorprendió ver en medio de la calle un coche parado en frente del portal al que me dirigía. Las calles estaban inundadas y a pesar de que la lluvia paró una horas antes, sentía el agua deslizándose por mis huesos. No conseguía meter la llave en el cerrojo del tembleque que me provocaba la situación. Yo, infiltrandome en una casa, robar y todo por una cantidad de dinero que no habría conseguido ni reduciendo gastos hasta que el más costoso fuera una rebanada de pan al día. Conseguí por fin que la llave se deslizará por el cerrojo desgastado del portal de aquella casa. Subí por las escaleras y llegué en frente del piso. Un sudor frío termino de mojar mis huesos, pero al mismo tiempo me arropaba antes de cometer el terrible error que no podría solucionar.
Metí la llave a la primera, tomé un último respiro y gire la muñeca mientras empujaba la puerta. Ya estaba dentro. "Piensa rápido, salón, baúl, carpeta." Iba andando de puntillas intentando disimular mi peso ante el suelo de mármol. Cómo se nota que era la casa del director. Llegué al baúl pasado el sofá. Horror. Un candado. Miré si en el juego de llaves, alguna correspondía a la que abriría el maldito candado que se estaba sobreponiendo entre mi viaje a las Maldivas con el dinero que iba a ganar y yo.
Buscaba la llave con tal furor, que cuando iba a probar la última con el candado, se me deslizaron de las manos. Hicieron un ruido estrepitoso contra el suelo. Las llaves chocaban entre sí, y por si fuera poco en el suelo seguían retumbando. Un horroroso ruido metálico que se me hizo interminable. Exhale de alivio al acabar pero mis cejas recorrieron mi frente de abajo a arriba al escuchar una voz femenina detrás de mí. "Me dijeron que vivía sólo, que cojones". Me dí la vuelta para descubrir con mi gran asombro una joven muchacha desnuda sentada en el sofá. "Donde me he metido", pensé.
Me miraba perpleja y se tapó cuando sus ojos retomaron conciencia sobre la situación.
"¿Quien eres?
Decidí improvisar.
"Soy la novia de Diego, ¿que haces tu aquí?
- Ay ay lo siento mucho, se me estropeó el coche, sólo.. la interrumpí
-Haz el favor de irte mañana por la mañana y no le digas que os he pillado.
La chica me miró de repente con una mirada distinta. Se fijó en mis guantes negros y las llaves. No sé como entendió que no era la novia de Diego, a lo mejor por los goterones de sudor que caían por mi rostro cuando pronuncié dudosamente la palabra novia.
Se puso a gritar cómo una loba y me abalancé sobre ella para tratar de acallarla. Se retorcía muchísimo hasta caer al suelo y yo encima. Calló la cabeza la primera y dejó de retorcerse como lo estaba haciendo pero seguía gritando. Todo pasó muy rápido. Terminé dándole un golpe en toda la frente con las llaves que se le quedaron clavadas. Dentro de mi tranquilidad de haber conseguido que se callará, el corazón latía como nunca y me decía que me fuera lo más rápido posible.
YOU ARE READING
Conexiones
RomanceDe gran envergadura, abdominales y pectorales marcados, la melena al viento y una sonrisa que derrite tanto como su mirada, el joven Diego. Tras un trauma, la mejor de las curas es una conexión tridimensional que encontrará por las más curiosas de c...