Día 7: Sarah

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Hoy hacemos un llamado urgente a toda la comunidad europea para que colaboren con las autoridades en la búsqueda y aprehensión del fugitivo Lev Petrov, quien ha sido acusado de liderar una de las mayores organizaciones del continente dedicadas al tráfico humano de menores de edad para su explotación sexual en prostíbulos clandestinos. De acuerdo con el reporte oficial de la Milítsiya, esta red de prostitución ha estado traficando con niñas de distintas nacionalidades desde hace ocho años. Tenemos informes de la cifra aproximada de las víctimas: ocho mil jovencitas en total. La extensa investigación de estos terribles crímenes se llevó a cabo de manera conjunta entre varios agentes de la Milítsiya y de la INTERPOL.

Se contó con la colaboración de algunos detectives privados, entre ellos Fyodor Ivanović, quien arriesgó su vida para rescatar a cuarenta muchachas de las garras de otro de los cabecillas de la red, Adrik Petrov, hijo del fugitivo. El joven se encuentra detenido, junto a otras treinta personas más, a la espera de recibir un juicio. Una larga sucesión de operativos anteriores es lo que le ha permitido a las autoridades reunir las pruebas necesarias para identificar a Lev Petrov como el principal promotor de esta monstruosa red de corrupción. Si tienen cualquier tipo de información acerca de este hombre, por favor comuníquense al número de emergencias o al que ahora ven en sus pantallas. Durante nuestra edición estelar de noticias, les traeremos el informe completo sobre este impactante caso…

Escuchar aquel reportaje me revolvió el estómago. Respiré hondo y apagué la televisión... ¡Detesto mirar los noticieros! Jamás han logrado presentar algo que sea positivo o que me agrade. Lo único que consiguen es deprimirme y aumentar mis miedos. Aquella espantosa noticia en particular fue aún más desagradable para mí que cualquier otra. Y es que todavía me está costando mucho trabajo creer que tengo a cargo a una de las muchachitas que esa reportera acaba de mencionar. La pobre chica se llevó consigo la peor parte de todas, pero muy pocas personas lo sabemos. Esta situación tan delicada se ha manejado con mucha discreción. La señora Petrova solicitó que no permitiésemos que la prensa ni ninguna persona que no perteneciese al equipo de especialistas que supervisa el caso se enterasen de lo que le sucedió a Madeleine durante los meses que estuvo prisionera en ese infierno. Los amigos y familiares de esta jovencita piensan que ella ha estado internada en algún hospital ruso común y corriente porque ha vuelto a experimentar los ataques severos de asma que sufría cuando era pequeña. Ellos no se imaginan cuánto desearía yo que eso fuese cierto…

En todos los años que tengo de trabajar como psiquiatra, jamás me había topado con un caso tan complicado y desgastante como el de esta niña. He atendido a una gran cantidad de hombres y mujeres de distintas edades que han sido víctimas de abuso sexual, pero ninguno había presentado tanta resistencia a la terapia como lo ha hecho Madeleine. Se niega a hablar y no prueba ni un solo bocado de comida si no es su madre quien viene a dárselo. En cuanto escucha que la puerta de su habitación se abre, comienza a gritar a todo pulmón. Solo acepta que la toquen otras mujeres, con la condición de que no la miren a los ojos. De lo contrario, se pone violenta y las escupe. No hay manera de evitar que tiemble en cuanto escucha cualquier voz que sea masculina. Por esa razón, evitamos enviar varones para atenderla. Ella duerme poco y muy mal, pero cuando lo logra, no para de revolcarse en la cama y balbucear incoherencias. A veces se le escapan ciertas frases con algo de sentido. “¡Ya basta! ¡Déjenme salir! ¡Sáquenlo de aquí porque lo detesto! Yo sé muy bien que estoy cada vez más cerca”. Me he puesto a analizar con detenimiento esas extrañas palabras, pero no he podido atribuirles un significado concreto. Necesito que ella mantenga conversaciones conmigo o con alguna de mis compañeras, aunque sean breves. Sus declaraciones me permitirían identificar con menos dificultades qué podría ser lo que su subconsciente está intentando decirnos. No obstante, todo apunta a que deberé esperar bastante tiempo aún para que algo así suceda…

Desde que fue internada en el Hospital Psiquiátrico John George, debemos mantenerla adormecida mediante sedantes suaves. Además, hay que restringirle la movilidad de sus extremidades. La mayor del tiempo permanece recostada sobre la cama, sujeta a la misma con fajas de contención. El hecho de no aplicar estas medidas sería muy riesgoso para ella misma y para su bebé, dado que esta chica constantemente está buscando nuevas formas de hacerse daño tan pronto como el efecto de los tranquilizantes se le pasa. No queremos que vuelva a golpearse la cara contra el piso ni que se rompa la piel de las piernas con sus uñas. Desde el mismísimo día que llegó, tuvimos que raparle la cabeza para que dejara de arrancarse mechones cada cinco minutos y para que no intentara ahorcarse con su propia cabellera de nuevo. Las enfermeras que se encargan de asearla tienen órdenes estrictas de no ingresar a su dormitorio con objetos filosos, puntiagudos o muy compactos. Solo pueden llevar consigo una barra de jabón pequeña, unas cuantas toallas húmedas y una cubeta de plástico flexible con agua. Por ningún motivo deben perder de vista a la muchacha, ni siquiera unos segundos, ya que todo podría convertirse en una tragedia.

Aún no hemos empezado a suministrarle medicamentos psicotrópicos, debido al peligro que ello puede representar para la criatura durante las etapas tempranas del embarazo. Este caso está siendo supervisado por un selecto equipo de obstetricia y uno de psiquiatría al mismo tiempo. Todavía no nos hemos puesto de acuerdo en cuanto a cuál sería la combinación de fármacos más adecuada para ayudar a Madeleine sin afectar negativamente al feto. Algunos de mis colegas insisten en que la mejor opción para atender bien un caso tan complejo como este es el aborto. Yo me opuse a hacerlo, ya que no tenemos el consentimiento de la joven madre. Al ser menor de edad y al no estar en condiciones de tomar sus propias decisiones por ahora, su representante legal es quien debe decidir por ella. Discutimos este asunto con la señora Petrova, explicándole de manera detallada cuáles serían las posibles consecuencias de cada una de las opciones que tiene ante sí para el tratamiento de su hija. Doña Irina no dudó en ponerse de mi parte. Dice que no sería capaz de vivir sabiendo que un bebé inocente fue asesinado por su culpa. A pesar de que se encuentra muy inestable a nivel emocional en este momento, está luchando con uñas y dientes para recuperarse. Pone todo su empeño en ser fuerte para sacar adelante a Madeleine. Incluso ha firmado un documento en donde expresa su deseo de hacerse cargo de criar al bebé si su hija no puede o no desea hacerlo. Ya veremos cómo proceder cuando se acerque la fecha del parto. Por lo pronto, nuestra principal prioridad es velar por el bienestar físico y mental de la joven…

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