2-Martes 24 de Febrero.

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Aitana.
Mierda.

El tren se va delante de mis ojos.

-otra vez.-suspiro, cansada de la carrera que me he echo, aunque no haya servido para absolutamente nada.

Giro mi cuerpo, viendo a Cepeda sentado en los mismos bancos que nos sentamos el día anterior.

Cepeda me observaba pícaro, con su móvil entre una de sus grandes manos, pero sin prestarle atención.

En el mismo momento que doy un paso, el guarda su móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.

-¿otra vez, Aitana?
-pufff. No me hagas sentirme fatal.
-al final se me va a hacer diario verte correr a por el tren.
-Ojalá no.

Me siento a su lado, y el pone una de sus manos en mi pierna, cerca de la rodilla.

-¿que tal?
-bien. Bueno, cansada.

Cepeda me sonríe y yo le dedicó otra sonrisa.

-¿y tú?
-bien.

Cepeda acaricia levemente mi pierna.

-¿algo que contarte?
-nada en especial. Estoy buscando trabajo Express, o tendre que irme de aquí, y me gusta mucho Madrid.
-seguro que encuentras algo, eres inteligente.
-si casi no me conoces.

Cepeda niega.

-no hace falta, sólo eres despistada, y dormilona, por eso llegas tarde, ¿verdad?

Abro los ojos.

Parece que me conociera de toda la vida.

-he aceptado, ¿verdad?

Asiento.

-se te nota a leguas.
-normalmente me dicen que seguramente sea infantil e inmadura.
-una chica inmadura no se muda con 18 años a Madrid sin sus padres, ¿vives sola?
-no, eso sí que sería un chiste de mal gusto.

Cepeda rie junto a mi.

-¿y con quien?
- se llama Ana, es una amiga, la conocí por eso, alquilaba una habitación de su casa, y a mi me venía como anillo al dedo, somos grandes amigas, nos hemos unido mucho.

Cepeda asiente mirándome fijamente, mientras yo le iba contestando mirando las vias de tren, y a mis piernas.

-¿y tu?-pregunto girando mi cara.
-vivo sólo.

Asiento mientras vuelvo mi vista a el tren.

-¿que tanto miras?
-nada, siempre llegó tarde y nunca he llegado a ver esto vació.

Cepeda asiente.

La maldita voz suena, volviendo a anunciar como hace pocos minutos antes hizo, anunciando el tren que perdí.

Tanto Cepeda como yo, nos ponemos de pie a la vez, y al igual que el día anterior, nos acercamos a las vías del tren.

Sale mucha gente del tren, teniendo que dejarles pasar, o nos llebaban con ellos.

Entramos los dos juntos, y al contrario de la última vez, no nos separamos.

-¡mira! ¡ahí hay dos asientos! ¡corre!-le digo a Cepeda, que se ríe en el momento, pero empieza a andar rápido hasta llegar a esos dos ansiados asientos.

Me senté yo en la ventana, y Luis en el pasillo.

-un día podríamos quedar, sólo nos vemos en la estación, y es muy cutre.

Asiento dejando mi mochila entre mis muslos.

-si quieres te doy mi número de teléfono y vamos quedando.
-es una buena idea.

Jueves. - Aiteda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora