6-Lunes 1 de Marzo.

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Aitana.
Esta vez no corrí ni fui con prisa.

Debía hablar con el, y nunca he sido de hacerlo por teléfono.

Al llegar vi a Cepeda un poco agobiado con el teléfono.

Decidí sentarme al lado suya, lo que el hizo que mirase a mi, y guardará el teléfono de inmediato.

-hola.
-Hola.

Miro abajo y luego vuelvo a mirarlo.

-oi el mensaje que me mandastes el viernes, se te oía pedo.

Cepeda se toca la sien nervioso.

-no se que dije, estaba demasiado borracho, un amigo me convenció para beber, nos terminamos una botella de whisky, imagínate como íbamos, Aitana, seguramente todo lo que te dije era mentira.

Pum. Mi corazón se rompió en mil millones de pedazos.

En ese fin de semana me había echo mucha ilusión.

Tal ves tenía razón, y tan sólo me había creado mil cuentos de hadas de los que confiaba que serían reales.

Pero todo se derrumbó con unas pocas palabras.

-lo entiendo.

Megafonía avisa una vez más de que el tren está por llegar, y me pongo de pie rápidamente y me acerco a las vías del tren, sin dirigirle ni la mirada a el.

Entro al tren lo mas rápido que puedo y me pierdo entre la multitud, sin ninguna intención de encontrarlo.

De encontrarlo a el.

Cepeda.
Entre a el tren desorientado.

No me acordaba de ningúnensaje mi ninguna llamada.

Le dije eso porque imagine que le dije cualquier cosa, o cualquier tontería de la que estaba seguro que no era así.

¡Debí preguntarle joder!

Ahora me sentía un estúpido.

¿y si le había dicho la realidad?

Tal vez ella sienta lo mismo que yo y la he defraudado.

Puff.

Definitivamente la lie.

La lie demasiado.

Si llego a saberlo echo a patadas a Diego de mi casa y no me bebo ni una gota de esa fuerte bebida alcohólica.

Entro cabreado a el gran edificio y voy directo a la oficina de Diego, entrando con un portazo y sentandome delante de Diego.

-¡me la has vuelto a liar! ¡me la has vuelto a liar!

Diego levanta las manos como si de un inocente se tratase.

-¡eres un cabronazo! ¡no debería de haberte echo caso!
-¡Pero que a pasao'!-dice desconcertado.

Di un golpe en la mesa cabreado y me siento en la silla.

-por tu culpa la he liado, no debería de haberte echo caso.
-fue tu elección.
-no vuelvas a mi casa, ¿Me oyes?

Dicho esto salgo de ese maldito cuarto y entro al mío.

Decido empezar a dibujar y intentar relajarme porque estaba muy cabreado.

A los cinco minutos vino Diego.

La última persona que quería ver.

-dime que a pasado.
-vete.
-no puedes refugiarte aquí como un niño pequeño.
-¡qué te vayas! ¡tengo mucho trabajo!
-a la salida, hablamos.
-¡vete!- grite cabreado.

Diego se fue, y yo creo que entendió mi actitud, tampoco necesitaba que la entendiera.

Me había jodido, mucho.

Necesitaba hablar con Aitana, porque algo me iba a matar por dentro si no lo hacía, pero no acaba por atreverme a mandarle un mensaje de texto.

No quería que me bloqueará, y lo más posible es que de esa manera lo hiciera.

Tenía que decirle que la quiero, la quiero mucho, y no se que coño ponía en ese maldito mensaje, pero que fuera lo que fuera la quiero, y mucho.

No es que tuviera que hacerlo.

Si no que necesitaba hacerlo.

La necesitaba a ella.

Aitana.
Llegó a casa deprimida.

No me a ayudado nada durante la mañana lo que me dijo Luis.

Pensé que sentíamos lo mismo, y podíamos conocernos más a fondo y empezar una historia.

Me fui corriendo a mi habitación con las únicas ganas de llorar.

Llorar, llorar y llorar más.

Estuve unos diez minutos sin cesar cuando sonó la puerta.

Y quien iba a ser.

La persona que siempre me iba a ayudar en todo, y me iba a animar en los peores momentos, como en ese.

Ana.

-¿qué a pasado?

Le conté todo en un mar de lágrimas, ella ya sabía quién era, incluso sabía de la existencia de ese mensaje antes de que hablara con el.

-es un cabrón, no te merece.

Ana me abrazó contra su pecho dejando que llorara empapando toda su camiseta.

-ahora voy al supermercado y compro el mejor helado de chocolate y nos tiramos viendo toda la tarde alguna película cursi, todo a mi cuenta.

Me río al ver que ella misma se a dado cuenta que tengo el dinero en el cuello y la abrazó.

-gracias.
-no te mereces nada malo, en serio.

Y en definitiva, nos pasamos viendo películas cursis con helado de chocolate toda la tarde y parte de la noche.

Y si, tengo a la mejor amiga del mundo, y quien diga lo contrario no la conoce lo suficiente.

Cepeda.
-lo siento mucho, tío, debimos se haber escondido los móviles, suele pasar.

Me tocó la frente nervioso.

-¿qué tengo que hacer? ¡seguramente no me quiera ver ni en pintura!
-ve mañana a su hora, y habla con ella, como si tienes que subirte al tren, yo te cubro.
-¿ en serio?

Diego asiente acercando su cerveza a la boca.

-eso se hace por los amigos, ¿no?
-eres el mejor, en serio, Diego.

Terminamos hablando de cualquier cosa, para no pensar en Aitana, pues estaba por volverme loco.

Ella me hacía estar así.

Y hacer estupideces como la que hice.

La quiero, pero soy un imbécil, y pareciera que no soy capaz de no hacerla daño.

Me fui a casa y no hice gran cosa, gran cosa que no fuera pensar en Aitana.

Porque si.

Estaba enamorado de ella hasta las trancas.

Fin de Lunes 1 de

Jueves. - Aiteda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora