Epilogo

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-Bueno, Alejandro, conoce a mi amigo el trincho. Trincho este es Alejandro-hablé burlón con el trincho en la mano. Alejandro me miró asustado e intentado apartarse.

-Alejate con eso de mi, mocoso-levanté una ceja por su último mote.

-Eres un gran idiota, en serio. Mira que matar a mi madre, solo para tenerme a mi, es ser un gran hijo de puta-suspiré molesto y triste por el recuerdo de mi madre-así que-levanté el trincho al cielo-en el nombre de mi madre y su muerte, voy a detrozarte la vida.

Y con eso dicho moví el trincho dandole en la pierna. El gritó desgarradoramente y sacudiendose como babosa en sal. Yo reí con ganas al ver la sangre manchando su pierna y el piso, mientras todavía tenía el objeto enterrado, el cual moví de arriba a bajo buscando abrirle más la herida.

-De-detente, hijo de perra-susurró llorando.

-¿Eso te dijo mi mami mientras la matabas?-le pregunté tomando su cara un una de mis manos-¿te suplicó que pararas de hacerle daño, verdad?-sonreí sin ganas-bueno, ahora es tu turno-le golpeé con suavidad las mejillas, hasta darle un puñetazo-entonces suplica, perra.

Me aparté de él hasta la mesa, dejandole aún el trincho enterrado. Me puse un guante y una mascara de gas para tomar el tubo de ensayo con el ácido fluorhídrico y caminé de nuevo a él.

-¿Sabes qué es esto dulzura?-le pregunté mostrandole el frasco-un lindo ácido que va a dolerte mucho. Así que vamos a aplicarte un poco en el pecho, ¿Qué dices? Para que te quite ese bello asqueroso que tienes.

Destapé el tubo y lo alejé de inmediato de mi pues si respiraba esa cosa demasiado, el muerto sería yo. Lo acerqué a su pecho y vi como hizo el intento de apartarse.

-Vamos, no seas marica, solo será un poquito.

Le vertí un poco de la sustancia en el cuerpo y de inmediato vi sus efectos. Su piel comenzó a burbujear y a ponerse completamente roja, quemandose con rápidez.

-¡Ahhh!-gritó sacudiendose de nuevo-quítame esto, maldito. Quítamelo, quítamelo, quítamelo.

Yo solté un risita completamente complacido del como su piel se estaba volviendo un chicharrón frito, dolorosamente lento.

-Nop, no te lo quitaré. Al contrario, te hace falta más.

Moví mi mano desocupada a sus pantalones, los desabroché y los abrí, aparté sus boxers y sin demora, le vertí el ácido en sus partes íntimas.

Como era de esperarse, el no demoró en gritar nuevamente y a jalar las cadenas en busca de soltarse, lo cual iba a ser imposible. El no saldría de esas cadenas hasta que no estuviera muerto.

-Creo que ya me aburrí de ti y tus jodidos gritos de marica. Voy a darte la felicidad de acabar con tu mugrosa vida.

Caminé a la mesa, me quité el guante y la mascara para luego tomar un clavo largo de acero y un taladro. Miré a Alexander y le hice una seña para que se acercara.

-¿Me ayudas a detenerle la cara mientras le clavo eso en la frente, bebé?-le pregunté tierno. Él tragó saliva viendome con sus ojos dilatados y oscuros, llenos de lujuria.

-Por supuesto, precioso-se colocó detrás de Alejandro y le sostuvo la cabeza con fuerza, la cual no era tan intensa pues Alejandro estaba prácticamente muerto ya.

-Bueno, amiguito, ¿Algo que me quieras decir antes de morir?-le pregunté feliz.

-Te pudrirás en el infierno, bastardo.

-Ya lo sé-le guiñé un ojo-pero tú te pudrirás primero.

Con eso dicho, le coloqué el taladro en la frente, lo miré a los ojos fijamente y con una última sonrisa malvada, precioné el botón.

The Purge(La noche de las bestias) 2da tempo. (Malec) >TERMINADA<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora