Prólogo

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Taehyung... Mina... Jungkook... Jackson...

Esos cuatro nombres resonaban en la cabeza de Nayeon sin parar, se preguntaba si había sido un espejismo, una mala jugada de su mente, verlos a los cuatro juntos, compartiendo como buenos amigos, tal vez por estar pensando en ellos los últimos días, solo imaginó todo. Eso es lo que Nayeon quería creer, pero para su mala suerte, las cosas eran mas complicadas que eso.

A la primera que encontró fue a Mina, se preguntaba el porque de todos los lugares que existían, debía encontrársela en su primer día de trabajo en aquella clínica, sintió como su corazón daba un vuelco cuando la vio con su uniforme de doctora firmando algo en la recepción, por suerte pudo esconderse antes de que la morena pudiera verla.

Porque se escondió, no lo sabe, tal vez por cobarde, porque no tenía las fuerzas para enfrentarla luego de tantos años, sabiendo que fue ella quien la alejó, pero no tenia otra opción, la amaba y por eso tuvo que aceptar el trato de su padre para que no le hiciera daño.

Le alegro que haya cumplido su sueño de ser doctora, durante su noviazgo le contaba con mucho entusiasmo lo feliz que la haría lograrlo algún día, que bueno que al fin lo hizo.

Por suerte su turno terminó y no volvió a encontrarse con la pelinegra, además estuvo atenta en todo momento, pero eso no significó que estuviera tranquila, a la hora del almuerzo se dirigió a la cafetería de la clínica junto a una compañera y fue cuando vio a los 4 chicos.

Se encontraban en una mesa para cuatro consolando a Jackson que se veía triste por algo que ella desconocía, pero eso no fue lo que la sorprendió, la pelinegra, se encontraba allí, al igual que otro musculoso pelinegro, Jungkook, y un Castaño callado e igual de preocupado que todos, Taehyung.

Todos le decían lo que parecían ser palabras de aliento, pero luego dirigieron su mirada a la entrada donde una sorprendida chica dejaba caer su almuerzo, el tiempo pareció detenerse cuando cruzaron miradas con ella, Nayeon no supo que hacer mas que mirar como cada uno la miraba con un brillo en sus ojos, que lejos de indicar completamente felicidad, parecía, melancolía y tristeza, además de una gran sorpresa, acompañada de respiraciones contenidas. La única que dijo algo fue Mina, quien solo susurró su nombre de manera casi inaudible.

Rápidamente salio de allí y aprovecho que su turno había terminado para dirigirse a su auto e irse de allí, sin percatarse que era perseguidas por los dos pelinegros, quienes suspiraron al darse cuenta que habían llegado tarde.

Y desde ese día, todo cambiaría en su vida y en la de ellos...

4Colors Of NayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora