Kuroo está cansado, muy cansado. Después de tantos años que habían pasado desde que había dejado la preparatoria, se había decidido a preparar una comida con algunos antiguos compañeros de equipo y otros miembros de equipos rivales con los que seguía conservando el contacto. Él, tan desorganizado y catártico, había pasado días y días planificando aquello para que todo saliera como la seda.
Y al final la mitad de su equipo no había podido ir. Kuroo suspiró lleno de rabia y frustración, recostado sobre el sofá circular y de cuero del restaurante más ochentero de Tokyo, con los brazos estirados sobre el respaldo.
—Esto no puede ser verdad. ¡Siguen siendo iguales que en preparatoria!
—No le des tantas vueltas, Kuroo. Yo ya me imaginaba que ocurriría.
—¿Y por qué no me lo has dicho, Kenma?
—Oh, te lo dije, pero estabas demasiado ocupado en tu nube de positividad y optimismo como para poner los pies en la tierra. Tú también sigues igual aunque hayan pasado tres años.
El más alto escudriñó a su mejor amigo con sus ojillos negros. Por fin se había decidido a teñirse el pelo y ahora estaba completamente rubio pero, salvo ese detalle, seguía perdido en la pantalla de una switch sin prestar demasiada atención a lo que decía—. Y me lo estás diciendo tú...
—Yo he cambiado. Aquí lo que pasa es que solo te fijas en lo que te interesa.
Kuroo se sopló el flequillo con insistencia, esperando que se arreglase solo con la fuerza de la gravedad. No le interesaba tener ese tipo de conversación en medio de un restaurante. Lo que más lo irritaba era sentirse aburrido en medio de aquel silencio extraño, a la espera de que los demás llegasen. Había alquilado la sala por completo, como si aquello fuese una boda, pero ni siquiera le quedaban testigos para demostrar que aquello existía. Por lo menos si ignoraba la presencia de Kenma, Yaku y Lev.
—¿En qué mundo nos encontramos para que sea Lev de los que llegan antes de tiempo? —Y volvió a suspirar y negar con la cabeza, desorientado en medio de aquella situación.
El nombrado dejó de picotear el pan que le habían dejado sobre la mesa y centró sus ojos verdes confundidos sobre su antiguo capitán. Este hizo un gesto con la mano para restarle importancia y el ruso sonrió y siguió comiendo.
—Kuroo, te recuerdo que tú también eres impuntual por naturaleza —replicó Yaku, que observaba con impaciencia las manías de rata que tenía el chico más alto. Apoyaba su cabeza sobre su palma y el codo sobre la mesa, tamborileando con los dedos de la otra mano sobre ella—. Ah, y tampoco le sumes un tanto a este idiota. Solo ha llegado a tiempo porque lo he engañado con la hora del encuentro. No quería que fuésemos los payasos que llegan los últimos... Y mira tú.
—Kuroo, ¿estás seguro de que no te odian?
—¡Lev, no digas esa mierda!
Sin lugar a dudas aquellos dos seguían igual. El excapitán reprimió una carcajada mientras los veía discutir como siempre. Miró a Kenma y los señaló, en busca de cierta complicidad, pero este solo dejó los ojos en blanco y protestó al moverse tanto y dejar de servirle de respaldo. Definitivamente Kuroo se había quedado congelado en los dieciocho años...
—¡Oh; es cierto! —Los antiguos miembros del Nekoma ladearon la cabeza en su dirección—. ¿Cómo es que vosotros dos acabasteis de pareja? No sabía que te gustaban los deportes de riesgo, Yakkun...
Aquella pregunta consiguió llamar la curiosidad de Kenma y serpenteó por su hombro para fijarse en qué dirían tanto Lev como Yaku. El primero solo sonreía recordándolo y el segundo murmuraba sin gustarle lo que podría insinuar el moreno.
—No te creas que todos tenemos anécdotas memorables, Kuroo. Algunos no nos arrastramos detrás de un chico enfermizo y le pedimos perdón por nuestros errores hasta que sellan nuestros lamentos con un beso porque resultaba que nos torturaban psicológicamente a cambio de estar más cerca del otro.
—Kuroo, ¿qué has estado contando y a quién? Dame sus nombres ahora mismo.
—¡A mí me apetece contarlo! ¿Puedo, Yaku, puedo?
—¡Sí; adelante, Lev! —respondió el mayor sin esperar a la respuesta de los demás. Todo fuese para huir de la dura y peligrosa mirada de Kenma que no dejaba de clavarse en su nuca. A pesar de su sonrisa forzada, el ruso no intuyó su necesidad de huir en aquel momento.
—Eh, ¿qué tal si cada uno cuenta una parte? Estas cosas se entienden mejor con las dos versiones.
El chico de cabellos castaños pareció dudar de su propuesta, pero a pesar de los ojillos insistentes de Lev, lo apartó de un manotazo y encaró a Kuroo y a Kenma con una expresión lúgubre—. Por el bien de la historia, mejor me encargo yo de contar todo.
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Paz
FanfictionLa preparatoria ha terminado para todos los de la época de Kuroo y ya se encuentran de pleno en medio de una carrera universitaria. Nostálgicos, deciden quedar un día para rememorar los viejos tiempos, invitando también a aquellos que fueron sus com...