Primera anécdota

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Como bien recordarás tras arruinarnos tantos partidos, Lev era un idiota en el vóleibol

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Como bien recordarás tras arruinarnos tantos partidos, Lev era un idiota en el vóleibol.

—¡Oye! ¡Lo único que me faltaba era práctica! Después fui el ace del equipo...

¡Cállate! ¡No interrumpas a la voz narrativa! Además, tú solo fuiste ace cuando Yamamoto se graduó. Eso no es ningún tipo de victoria. ¡Deja de sacarme la lengua y permíteme continuar, Lev! Bien, eso ya está mejor.

Como iba diciendo, Kuroo, este chico era un inútil en primer año. Como su mentor y senpai, me pasaba el día entrenándolo y evitando que se le quedase la cabeza en los laureles o comenzase a hablar con el primero que pasase con tal de ignorar las prácticas. Con razón tardó tanto en mejorar. No; no pongas cara de cachorro abandonado. Ante esto no tienes excusa, gigantón.

Bueno, el asunto es que todo comenzó en uno de los entrenamientos conjuntos con Fukuroudani y demás equipos de Tokyo. Como había vuelto a escaquearse de hacer recepciones, lo castigué entrenando por la noche cuando todos vosotros ya os habíais ido. Francamente, no sé si el castigo era para mí o para él... En esa época no pensaba las cosas, ¿eh?

Le lanzaba todos los balones que podía y él intentaba elevarlos, pero se cansaba con facilidad. Siempre encontraba una forma de distraerse y a cada protesta sonreía con la cara de tonto que se le quedó hasta ahora. Sigue disfrutando tanto como antes el sacarme de quicio... Yo no soportaba aquello; me hacía sentir como si todo el entrenamiento y las horas empleadas no sirviesen de nada ni pareciesen interesarle. No puedo negar que llegué a sentirme impotente, pero no podía mostrarlo en público. Lo único que me faltaba era que el vago redomado tuviese un motivo más para burlarse de mí.

Y le lanzaba balones con mucha más furia y potencia. Recuerdo haberle dejado la piel en carne viva. Además, con lo pálido que está se notaba todavía más. Incluso llegó a sangrar un poco y me preocupé. Este idiota seguía riendo y diciendo que no era nada, que lo mejor era descansar. Por supuesto, yo no le hice caso. Agarré sus manos y comprobé por mí mismo cómo se encontraba. Al no haber ningún médico del equipo cerca —ya era de noche— lo vendé yo. Creo que fui algo rudo por la falta de práctica, aunque este chico nunca se queja de nada que no sea trabajar, por lo que no me lo dijo.

Lev no dejaba de sonreír como un pasmarote y tuve que preguntar qué pasaba después de tanto tiempo en silencio sin tener que aguantar sus impertinencias. Incluso se me hacía raro...

—Le di las gracias y le dije que me sentía muy feliz de haber conocido a alguien tan genial en el Nekoma.

Oh, ¿aún lo recuerdas?

—¿Cómo me podría olvidar del primer día que te abracé?

¡No hagas spoiler, idiota! Además, esto es un relato en primera persona. ¿Se puede saber por qué me interrumpes?

—Uy, Yaku, estás rojo...

¿Sabes qué va a estar de ese color, rascacielos? ¡El suelo cuando lo bañe con tu...!

PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora