Capitulo IV

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Katsuki se encontraba decaído.

Todo dentro de él, cualquier pensamiento que cruzaba su cabeza le decía que había cometido un error. Dejar a Izuku, sin permitirle hablar, si quiera reclamar.

Absurdo.

Caminaba de un lado a otro tratando de calmar aquello que le inquieta y le incitaba a correr a reconfortar al omega. Suspiró, detenido cualquier andar al sentir la presencia de alguien más en su habitación.

一 ¿Qué mierda quieres? 一 gruño.

Kirishima por su parte, entró cerrando la puerta detrás de él y le miró, sin decir nada por algunos segundos.

一 No comprendo su irá.一 se encontraba calmado.

Katsuki gruñón.

一 Si desea volver con el joven Izuku, ¿porque no lo hace?

Las cosas en aquella habitación comenzaron a volar y golpear al pelirojo, él con sus brazos se cubría de los objetos, los cuales cesaron de un minuto a otro. Despejó su vista, y en el piso, sobre sus rodillas divisó una cabellera rubio ceniza, sus ojos se encontraban apagados. Miraba a la nada.

一 No tiene sentido.一 se le escuchó decaído.一 No pretendo nada y aún así.., ¿porque no puedo dejar de pensar en él?

Kirishima por vez primera, después de tanto tiempo sirviendo a Katsuki Bakugou, vio lágrimas correr por sus mejillas y una profunda tristeza inundarle.

Kirishima por vez primera, después de tanto tiempo sirviendo a Katsuki Bakugou, vio lágrimas correr por sus mejillas y una profunda tristeza inundarle

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Izuku se quedó en absoluta soledad.

Katsuki se había marchado, y le había tomado un fracción de segundo aceptar lo que sucedió, aun así esperaba que el alfa cruzara el umbral de la puerta cada día. Añorando su regreso.

Cada puesta de sol, observaba a la lejanía esperando ver aquella peculiar cabellera acercarse a él, pero no era así. Se mantuvo serio y le fue imposible negar el hecho de que no volvería.

Cada día se esforzaba un poco más para ser -según él- digno de estar al lado del príncipe, y aunque él joven no se presentaba, Izuku le esperaba con una comida diferente cada día, en una agradable bienvenida.

En ese momento, Izuku recolectaba algunos arándanos siendo cuidadoso en seleccionar los más frescos.

Había pasado ya una semanas de aquel encuentro, y a pesar de todo el omega no perdía la esperanza de volver a verle.

Izuku observó lo que había preparado, y nuevamente se sentó a esperar como cada día.

Frunció el ceño, al escuchar un sonido fuera del lugar, pero aun así sonrío y con alegría se puso de pie, acomodó sus ropas y salió a recibir al mayor.

KatsuDeku || Jardín de Cerezos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora