Prólogo

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[ Tus sueños no son los míos ]

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[ Tus sueños no
son los míos ]

ASTERIA ODIABA SER EL CENTRO DE ATENCIÓN. A sí como odiaba a su profesor, Roger por hacerla pasar siempre a la pizarra a recitar cualquier texto. La pelirroja tenía dislexia, por lo que le era imposible descifrar correctamente las palabras.

Se sentó furiosa en su asiento mientras oía las carcajadas de sus compañeros al no leer bien lo dicho.

¿Por qué la gente era tan cruel?

Sin hacer caso a las burlas del profesor, tomó su cuaderno y empezó a trazar líneas en el.

Después de unos minutos, soltó el lápiz con frustración. No podía concentrarse con las irritantes voces de los demás

Hizo una mueca de asco al ver como, Caleb, su compañero de asiento, intentaba meterse una cera púrpura en uno de los hoyos de su nariz.

Miró el redondo reloj que yacía pegado en la pared en el fondo de la clase, a tan solo cinco metros de ella.

Quedaban dos minutos para poder salir al fin.

Recogió sus cosas mientras hacía caso omiso a la discusión que mantenía el Señor Roger con su mujer por teléfono. Todos los niños prestaban atención curiosos a la pelea pero Asteria solo quería largarse de una vez por todas y olvidar la escena de la cera púrpura.

Un minuto.

Si había suerte, su padre la cambiaría de escuela este año y ya no tendría que ver las odiosas caras de los profesores y los demás alumnos.

Se apartó los mechones naranjas de su rostro solo para comprobar que quedaban trece segundos.

Los niños ya se estaban despidiendo los unos de los otros y comentaban donde pasarían las vacaciones.

Rodó los ojos al ver al grupo de chicas guays abrazarse mientras lloraban diciendo que se extrañarian.

¡Iban a ser tres meses, no dos años!

«No las culpes por sentir amor y cariño entre ellas»habló su conciencia

Gruñó, era cierto que no tenía amigos, pero eso no tenía nada que ver con qué no le gustasen las muestras de afecto.

El ruidoso timbre sonó y Asteria se vio envuelta en una jauría de animales intentando salir por aquella puerta tan estrecha.

Después de que todos sus compañeros salieran, la pelirroja se marchó de la clase no sin antes recibir una mirada fulminante de su ex profesor, mirada que ella le devolvió.

Puso una media sonrisa cuando vio a su padre, apoyado en el capo del coche verde, esperándola pacientemente.

Caminó hacia él con sus típicas facciones en el rostro de lo que venía a ser una chica aburrida del mundo. Pero cuando llegó hasta su progenitor no pudo evitar abrazarle.

Probablemente era a la única persona que podía abrazar sin sentir odio o asco.

Su padre besó su frente con cariño y se arrodilló ante ella.

—¿Que tal las clases hoy, brujita?

Brujita, era el apodo que Gabriel Wright (su padre) le había puesto desde que fue recibida por él en una cesta a las 1:00 de la madrugada un viernes 13 de Noviembre.

A Asteria no le importaba el hecho de que su madre le haya abandonado. No sentía nada hacia ella y tampoco se empezaría en saber cosas sobre su progenitora.

—Como siempre —respondió encogiéndose de hombros y se separó de Gabriel para meterse en el coche.

Cuando su padre arrancó el motor a la pelirroja pecosa le llegó la curiosidad.

—Papá... —llamó—¿Vas a cambiarme de escuela?

Escuchó un suspiro en el asiento de delante.

—Cielo...—empezó mientras mantenía su vista fija en la carretera, sin el valor de ver a su hija—Verás, lo he estado pensando y...quiero que vayas a un campamento.

Silencio.

Asteria trataba de repasar las palabras de su padre en la mente.

¿Había dicho un campamento?

—¿Un campamento de verano, dices?

—Si.

La pelirroja frunció el ceño.

—¿Por qué? —preguntó de mal humor la niña de nueve años.

—Yo estuve en ese campamento desde los catorce años ¿sabes? —contestó Gabriel—Tu tío Mason también...

Mason Glee era algo así como su “tío”. Era el mejor amigo de su padre y a Asteria le encantaba jugar con él cuando era más pequeña pero desde que tuvo que mudarse a Canadá por trabajo no lo volvió a ver.

—Sería mi mayor sueño verte allí, siguiendo mis pasos —continuó el hombre al ver que su hija se había callado.

—Tus sueños no son mis sueños —soltó fríamente.

Un nuevo silencio inundó el coche. Quizá Asteria se había pasado pero no podía evitar que las palabras salgan solas por su TDAH .

Brujita —suspiró Gabriel—Solo será un verano, si no te gusta, nos olvidamos de él y te cambiaré a otra escuela ¿que dices?

Ella lo pensó.

Pasaron diez minutos en los que la pelirroja se debatía si en aceptar e irse al campamento o negarse y volver a su antigua escuela.

—Bien —respondió finalmente—Iré a ese campamento.

Gabriel Wright sonrió en el asiento delantero sabiendo que su hija se mostraría reacia a abandonar ese campamento en el futuro.

MAGICAE → Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora