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Ring, Ring, Ring.
-Te amo, pero a la misma vez te odio.- dije viendo mi alarma, hoy sí la había colocado.
Puse música para luego ir al baño para darme el aseo de todas las mañanas, salí y me cambié con el conjunto de ropa que más me gustó en el momento; bajé las escaleras hacia el primer piso y me hice un jugo de frutas junto a unas tostadas con huevos revueltos para desayunar.
-Esto sí se llama desayuno.- comenté mientrás veía mi plato, poco después comencé a comer ya que no quería confiarme de que tenía tiempo.
Terminé y salí de mi casa asegurandome de que no me falte nada, al confirmarlo, entré y manejé mi carro hacia la universidad.
-Señor Jones, hoy es un día estupendo.- dije positivamente al portero.
-Para ti todos los días son estupendos.- él sonrió, le respondí con el mismo gesto y entré a la universidad.
-Haneúl, ¿escuchaste de la chica nueva?- se me acercó una compañera.
-Oh... pues no, ¿llegará hoy?
-Hoy, sí.- dijo brevemente y se fue, muchos la llamaban "la chica de las noticias" ahora veo la razón.
Me senté en mi lugar y busqué a Adrián, aún no llegaba.
-¿Qué habrá pasado?- susurré para mí misma, él solía llegar temprano.
Pronto, llegó una chica que no recordaba haber visto antes.
-Hola, perdón... eh ¿sabes si estoy en la clase 23?- me preguntó tímidamente.
-Oh, eres la nueva.- le puse un brazo rodeando su cuello.
-Sí.- sonrió aún con timidez.
-Has llegado temprano, te podría mostrar toda la universidad si deseas, de paso nos hacemos amigas.- la sujeté de la mano y corrí con ella hacia el patio.
-Aún no te respondí.- dijo algo agitada.
-Pero tu respuesta era "sí" ¿verdad?
-Pues.. tienes razón.- respondió tocandose la nuca.- ¿dónde estamos?
-El patio más grande de esta universidad, en lo personal me gusta venir a componer canciones o poesías.- comenté ya más tranquila.
-¿Enserio? ¿También escribes?-me miró emocionada.
-No me digas que... ¿tú también lo haces?- me emocioné en demasía.
-O sea, obvio, es lo mejor del mundo.
-Y sí.- la miré con amabilidad.- me caes súper, pero ya es hora de volver a clases si es que no queremos llevarnos una tardanza en la asistencia.- dije en tono burlón para luego volverla a coger de la mano y llevarnos corriendo a la clase que nos tocaba a esa hora.
-¿Quieres que te presente?- le pregunté.
-Nunca he sido buena para presen...- al llegar al salón, la interrumpí.
-¡Todos tomen asiento!- era líder del consejo estudiantil, así que era mi deber mantener el orden.- mucho mejor.- comenté al verlos todos sentados.- Ha llegado a nuestro salón una chica nueva, así que todos vamos a darle una cálida bienvenida ¿de acuerdo?- les di una mirada de asesina, era uno de mis talentos.
-¿Cuál es su nombre?- me preguntó uno de los chicos.
-Oh... se llama...- rayos, me olvidé preguntarle su nombre, eso sí estaba grave.
-Soy MiSuk.- me susurró ella, le sonreí.
-Se llama MiSuk, y es muy linda; quien se meta con ella se mete conmigo ¿entendieron?- todos asintieron.-sí entendieron.- la sujeté de la cintura y la llevé a un rincón.- ¿acaso es un nombre coreano?
-Lo es.- se puso nerviosa.- ¿y cuál es tu nombre?
Reí por la coincidencia.
-Soy Haneúl, también es un nombre coreano.
-Oh vaya, eres la única persona que conozco que tenga un nombre coreano aparte de mí.- se cubrió sus labios.
-Lo mismo digo.- volteé para revisar si Adrián ya había llegado, no fue así; hice una mueca.
-¿Qué pasó?- me preguntó.
-Oh... mi mejor amigo aún no llega a clases, no me dijo que iba a faltar
-Tal vez ocurrió un inconveniente, tranquila.- me tocó el hombro.
-Tienes razón, espero que esté bien.
Poco después llegó el maestro, nos sentamos juntas y prestamos atención a clase.
-Haneúl ¿sabes la razón por la Adrián no se presentó a clase?- me cuestionó el mayor y yo bajé la cabeza.
Me sentí mal, siempre yo era la que tenía una respuesta a esas preguntas... hoy fue la excepción.
-No... no me informó nada, maestro.- le respondí, él asintió y siguió con la clase.
Sin importarme reglas, saqué sigilosamente mi celular y marqué su número, no sin antes bajarle el volumen al aparato.
No contestó las dos veces que insistí, mordí levemente mi labio.
Después de eso, lo guardé pero por más que quize no logré prestar atención a la clase.
Al llegar a la hora de receso, corrí hacia afuera de la universidad, pero alguien me detuvo.
-¡Haneúl! ¿A dónde vas?-Era MiSuk, me había seguido ya que ella estaba tan agitada como yo.
-Iré a ver qué le pasa a Adrián.-la miré firmemente.
-Oh, está bien ¿deseas que te cubra?- me preguntó amablemente.
-Por Dios, ¡ya te amo! Gracias.- subí a mi vehículo y manejé hasta llegar a su casa; sus padres trabajaban a esa hora así que no habían problemas, sujeté la llave de repuesto que él me había dado y abrí la puerta.
-¿Adrián?- todo estaba hecho un desastre, platos y vasos rotos y todo el lugar tenía un aroma desagradable.- ¡Adrián responde ahora!- estaba a punto de llorar, miles de cosas negativas pasaban por mi mente.
Fui hacia su cuarto y ese era otro desastre, pero tampoco había nadie.
Mi corazón se aceleró al darme cuenta que en esa casa no estaba él.
Salí del lugar y manejé hacia su cafetería favorita, era uno de los lugares donde se "escondía" cuando algo no estaba bien.
Y finalmente, allí fue donde lo encontré.
-Adrián... ¿Qué pasó? Me debes muchas explicaciones.- dije mientras me sentaba junto a él.
-¿Haneúl? ¿Qué haces aquí?- él preguntó sorprendido.
-Uhm, se me dió la gana venir a tomar un café.-respondí con obvio sarcasmo.
-Ya, no te enojes, por favor Haneúl...
-Quizá considere eso después, ahora no.- lo fulminé con la mirada.- de acuerdo, te escucho.
Adrián suspiró.
-Mis papás me detestan.- hizo una mueca, a lo que yo sólo fruncí mis cejas.- no sé qué le pueden ver de malo.- sobó su rostro con sus manos.
No dijo mucho, sin embargo yo ya sabía de lo que estaba hablando.
Sujeté su mano.
-No hay nada de malo en querer dedicarse a lo que te apasiona.- lo miré seriamente.- mira, sé que quisieras que esto sea más fácil, pero no... y cuando lo logres, porque sé que lo harás, te sentirás orgulloso de lo fuerte que fuiste.
Adrian me miró por unos minutos, para luego abrazarme fuertemente comenzando a llorar, le respondí el abrazo y le sobé su cabello.
-No sabes cuánto te quiero, Hannie.- se separó del abrazo y me sonrió.
-El sentimiento es mutuo, Adri.- seguí sobando un pequeño mechón se su cabello.
-¿Fuiste a mi casa? Sé que viste un tremendo desastre.- él miró a otro lado.
-Sí, de hecho sí...- reí un poco, mientras se me ocurría una fantástica idea.- ¡Quédate en mi departamento! Sé que te sentirás mejor si te alejas unos días del ambiente de tu casa ¿sí?
-Seré sincero... esperaba que dijeras eso.- rió con brillo en sus ojos.- ¡y sí!
-Entonces vamos a tu hogar, escoges algunas cosas y las llevamos a mi casa.
-De una.- nos levantamos y salimos no sin antes pedir café con leche para los dos.

Siempre A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora