EMBOSCADA

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-A ver, prueba de nuevo- Taylor se puso más cerca de Emilio y mi interior ardió de celos. Seguramente podían sentir mi cuerpo en llamas de la rabia desde allí. Emilio miró de reojo hacia a mí. Sonrió intentando decirme que no pasaba nada y se separó de Taylor.

-No creo que se me dé bien. Nunca se me dio bien esto de disparar. Yo hacía Basebol, es por eso que soy bueno con el bate. De hecho me siento más seguro. Con esa cosa encima seguro que acabo disparando donde no quiero.

-Pero las armas son más letales.

-Te recuerdo que esos "bichos" se matan con facilidad. No es como en las series que hay que cortarles la cabeza o dispararles a la sien. Si les rompes las piernas no se levantan y si les das fuerte, por lo menos se desmayan si es que no se mueren.

-Emilio tiene razón- Intervení poniéndome a su lado en la gran azotea y sacando mi arco. Mejor sería practicar un poco, aunque fuese a la nada.

-No sé por qué prefieres esa cosa. No lo veo eficaz.- Refunfuñó Taylor.

-Bueno... De primeras yo te dije que disparaba bien y me mandaste literalmente a la mierda y de segundas, por lo menos éste trasto no hace tanto ruido como las armas. Opino que deberían ser una última opción.

-¿Por qué demonios te caigo tan mal?- Contestó Taylor levantándose y acercándose hacia mí encarándome.

-Creo que tú lo empezaste- Ni que fuese a dejarme intimidar por éste tío. ¿Qué por qué me caía mal? Como si no lo supiera... Emilio se levantó corriendo y me agarró intentando calmarme.

-Oye, tranquilo tigre. No merece la pena.- Le miré subiendo las cejas. ¿Me había llamado tigre? -Oye, que yo no hice nada. No me mates con la mirada.- Se protegió levantando las manos. Me estaba poniendo de los nervios. Negué con la cabeza intentando calmarme y me di la vuelta alejándome de ellos.

Desde que Emilio y yo nos habíamos besado no había vuelto a pasar nada entre nosotros y de eso hacía ya tres días. Taylor siempre estaba que si vamos a jugar a las cartas, a hablar de cómo era el mundo antes, e incluso a salir a cazar "esos" y Emilio aceptaba todos sus planes. Nadie me invitaba y acababa yendo sin que me dijesen nada. Y aún se preguntaba el qué me pasaba.

Habíamos tenido que parar en una ciudad que no estaba dentro de nuestros planes debido a la falta de gasolina y llevábamos casi todo el tiempo encerrados en una tienda de fruta ya totalmente vacía ya que la ciudad estaba bastante plagada de "esos". Aunque de vez en cuando salíamos de caza y en busca de coches, era poco el tiempo que aguantábamos. Menos mal que la tienda tenía una azotea para poder ver la luz del sol y respirar el aire fresco, si no ya me habría asfixiado.

-Joaquin coño no te pongas así.- Emilio acabó por alcanzarme en un rincón escondido de la tienda.

-¿Que no me ponga cómo Emilio?- Dije con sarcasmo.

-Lo digo enserio. No sé por qué eres así con Taylor.- Lo que me faltaba por oír.

-¿Qué yo soy?- Dije subiendo la voz. -Joder Emilio, pensaba que estarías de mi parte. Ya podrías irte con él y no conmigo que parece que te gusta más.- Emilio cambió su cara, con el ceño fruncido. La verdad es que podía llegar a dar miedo. Se acercó de dos grandes zancadas a mí, intenté separarme hacia atrás inútilmente.

En menos de un segundo estuvo a mi lado, besando mis labios y amarrando todo mi cuerpo con sus brazos hasta unirnos como si estuviésemos pegados. Me dejé llevar por su beso, sacando mi lengua de la boca y jugando con la suya con delicadeza. Nuestros dientes rozaron por un segundo en medio del beso provocando una sensación rara en mis encías. Reí ligeramente.

-Da igual que me lleve bien con otro chico. Me gustas tú. ¿Eso lo entiendes no?- Asentí un poco avergonzado. -Pues no me gusta que seas celoso porque pueda llevarme bien con Taylor. Además, él no es gay.- Bufé con sarcasmo.

SOBREVIVIENDO AL MAÑANA. (S.A.M). LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora