Pase el fin de semana encerrada en mí cuarto, llamando de ves en cuando a lo de los Pierri sin éxito. Ni siquiera Rosita atendió, y con cada tono de llamada de tono se incrementaba mí preocupación. Pero no pude juntar fuerzas para ir hasta su casa, ni para hablar con mamá, quién cada tanto me golpeaba la puerta o me dejaba algo para comer del otro lado, con alguna nota graciosa o alguna frase motivacional convertida en chiste. Yo sabía que ella se estaría comiendo las uñas de la intriga, pero mí nivel de energía era cero y mí consentracion, aún más limitada. Solo tenía ganas de verlo a el, hasta que recordaba su injusto destino y me inundaba la tristeza.
El domingo al caer el sol escuchar a Lucas gritar de dolor y, dejando a un lado mi propio drama, bajé a los altos la escalera para ver que le sucedia. Lo encontré con el rostro enrojecido y bañado en lágrimas, sentado sobre la falda de Nicolás. Mire a mí alrededor y no había rastros de mamá.
- Se golpeó con la punta de la mesa ratona-me dijo sí que se lo hubiera preguntado.
Examina el rostro de Luca y le hizo un mimo.
- Ya pasó. Sana, sana. -le dije, besándolo con ruido en la mejilla. Lucas sonrío, debajo de la falda de Nicolás y se fue a la alfombra a jugar con sus pelotas de colores.
-¿Donde esta mamá? - le pregunté. Me pareció más amable que contarle que hacía en casa con mi hermano.
- Con mi tío. Lo acompaño a la guardia. Me dijo que no te molestara Y me encargó el cuidado de luquitas. Hola.
- Hola -respondi, soltando de a poco una sonrisa-. Pongo la pava.
Apoyó la cabeza sobre la palma de su mano y se restrego un ojo, suspirando.
-¿Qué pasa?
- Tengo que hablarte de algo y no sé cómo empezar. En realidad, no quiero hablar de eso y tampoco me corresponde, y tampoco debería. Pero te conozco y sé que lo vas a terminar averiguando y...para. Antes...- Me tomó de un extremo de la remera y me acercó lentamente hacía él. Me miró, sonriendo toda su felicidad, y me beso-. Antes quiero decirte que el viernes fue el día más feliz de mí vida. La noche. Bah, no, el día, porque estuve todo el día pensando que si no me besabas vos te iba a partir la boca yo. Bah, si vos querías... En fin, lo que te quiero decir es que, pase lo que pase me hiciste feliz.
- Lo mismo digo -sonrei embobada. Pero no tardé en preocuparme por lo que estaba queriendo decirme antes.
Me senté a su lado y le cebe un mate. Lo tomó con las dos manos, mientras buscaba la forma de empezar. Mí preocupación iba en ascenso. ¿Qué más podía haber?¿Tendría relación con Martín?
- Es sobre Martín -comenzo-. Nosotros dos creíamos qué está mal porque los viejos le pegaban o porque se van a separar o se separaron ya, no sé. Pero no es eso. No no es solamente eso. Hay algo más... qué se desde hace un tiempo...
Mi corazón empezó a latir con fuerza. No quería saber más, pero no podía ayudar a Martín si no averiguaba lo que lo estaba atormentando. Lo imaginaba solo y consternado en su enorme casa, y sentía deseos de poder hacer algo para alivianarle la carga. Martín siempre había sido un hermano para mí. Lo consideraba mi hermano, más allá de los lazos sanguíneos, y nada iba a cambiar lo que sentía por él.
- A ver, ¿cómo empiezo? Lo del viernes, lo de llevarte a la fiesta. Como te dije, seguro lo hizo para juntarnos. Nunca tuvo la intención de quedarse. Pero eso que hizo... que hizo porque nos quiere, porque te quiere tanto a vos, le debe haber costado mucho más lo que te imaginas.
- Porque odia las fiestas y la gente, sí.
- No, Lila. Porque él también siente cosas, pero no por vos.
Lucas comenzó a llorar, ofuscado porque la pelota roja se había escondido bajo el sillón. Corrí a ayudarlo, intentando aprovechar esos segundos extra para prosesar lo que acaba de decir Nicolás, pero fue en vano. Cuando le devolví la pelota Lucas, no tuve más opción que volver a sentarme, tan desconcentrada como segundos antes. Lo miré a Nico, cómo pidiéndole ayuda. No sabía qué decir. Nos quedamos durante un rato en silencio, pensando.
- No es que tenga nada de malo -dijo, al fin-. Pero me imagino lo que le pudo haber pasado todo este tiempo mientras yo sufría por vos y vos por mí (supongo), y me quiero matar.
- Y aún así me insistió en ir a la fiesta-las lágrimas brotaron de mis ojos, primero como un sollozo, luego como un llanto desconsolador -. ¿En qué planeta estába viviendo?¿Como no pude ver... Mientras yo histeriquiaba con vos... el...?
Nicolás acercó su silla a la mía y me abrazó con fuerza. Así nos quedamos largo rato. Así estábamos cuando llegó mamá.
El sol girar de la llave en la cerradura me sobresalto y me alejé de el en el acto. Sentí mucha vergüenza que nos encontrará juntos en casa. Nicolás no lo debe haber sentido así, porque me miró extrañado, y luego dirigió la mirada a mamá, que era la portadora de buenas -o malas- nuevas.
El tío Alberto iba a quedar unos días internado. Al parecer, necesitaba una transfusión de sangre -por lo que mamá enviaría una nota a nuestra escuela pidiendo donadores-, pero con un poco de suerte volvería a casa en menos de una semana. Mientras tanto, Nicolás se quedaría con nosotros, durmiendo en la habitación de Lucas en un colchón en el piso o en el sofá: donde se sintiera más a gusto.
Después de buscar sábanas y una almohada, mamá nos invitó a alistarnos para comer unos sándwiches. le dije que no tenía hambre y subí a mi habitación con la excusa -aunque poco de escusa tenía- de qué necesitas terminar de prepararme para el día siguiente. Ese lunes iba a conocer a Julia Rowan. Casi lo había olvidado entre tanta conmoción. Antes de su confesión, me hubiese costado dormir sabiendo de Nicolás estaba abajo, pero a la luz de la nueva información, no podía dejar de pensar en Martín, hasta que me ganó el sueño.---------------------------------------------------------
Capitulo terminado.
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El viaje de Lila
AdventureEs un libro dedicados los hijos del autor, creadores de mundos maravillosos.