• Día 6 •

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¡Acercaos, amigos! Escuchad la leyenda de la sirena y el marinero, narrada para ustedes por su más humilde caballero

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¡Acercaos, amigos! Escuchad la leyenda de la sirena y el marinero, narrada para ustedes por su más humilde caballero.

Rasgo las cuerdas en mi laúd mientras les cuento las hazañas de nuestros dos protagonistas con una gran virtud.

¿O será, tal vez, que esa actitud los llevó directo al ataúd?

Trovador me dicen, contador de historias me nombran.

Aunque tengo el pelo rubio y lacio, yo no provengo de ningún palacio.

Mis palabras son lanzadas hacia el viento como un grito que se transforma en eco.

¡Porque les traigo a esta calle una historia de amor de gran talle!

¡Entre plumas y fuego encontrarán una pasión que despertará a cualquiera el corazón!

Había una vez un marinero, que se crio en una familia rica de un pueblo costero.

Y aunque Touya Todoroki era su nombre, él nunca se sintió digno de tal porte.

Nacido junto al mar, pasó gran parte de su infancia sin hacer más que a las olas mirar.

Su salud era muy débil, decían. Y su padre le mantenía alejado de la gran pasión de la familia, creían.

Enji era un gran hombre de mucha fama. Aunque siempre terminaba siendo protagonista de algún gran drama.

¡Era el más grande capitán y dueño del Conglomerado Todoroki! Pero también eran unos rastreros mentirosos como el dios nórdico Loki.

Pero Touya no quería ser dejado atrás. Buscaba un sinfín de maneras para que su padre le dijera «hijo, al fin a tus hermanos te unirás».

Tres hermanos tenía, a los tres de ellos los quería.

Fuyumi con su dulzura, pero también porque era muy segura.

Natsuo con su destreza, pero también por su gran fuerza.

Y el pequeño Shouto con su simpleza, pero también por ser dueño de una gran entereza.

Tres hermanos marineros, tres hermanos que se consideraban en el mar compañeros.

Y Touya les veía zarpar cada amanecer hacia el mar, muy lejos del lugar por el que él podía andar.

¡Era muy injusto! Touya solía quería darse un buen gusto.

Pero Enji era igual de necio que aquello que sentía por su hijo mayor llamado menosprecio.

«Eres débil», dijo cada mañana. «Tu desgraciada existencia a tu madre pone flébil».

Así que Touya callaba. Entonces, miraba. Y observaba.

Cómo los demás partían hacia el horizonte. Sin importarles que Touya solo tuviera para sí quedarse detrás del monte.

¡Grandes tesoros recogían! Sus hermanos iban al frente suyo y lo lucían.

DabiHawks Week 2020 - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora