Siete oneshots con motivo de la DabiHawks 2020 durante el 18 al 24 de mayo, con las siguientes temáticas por día (algunas serán tomadas de la variante SMUT de esta Week):
• Día 1: Floristería / Tienda de tatuajes / SEXO PÚBLICO (#DabiHawksSmutWeek)
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A sus catorce años, pocas cosas habían hecho palpitar tan fuerte el corazón del pequeño Keigo como la madrugada en que Touya se robó una botella de whisky de la bodega de su padre.
—El viejo ni siquiera lo sabrá —bufó Touya, con su pelo pelirrojo alborotado sobre la frente. Estaba agitando el líquido ámbar casi a la mitad de la botella frente a Keigo de manera hipnótica—. Podemos dejar un tercio y luego llenarlo con agua para que conserve el color, Hawks.
Ah, ahí estaba. Hawks. El nombre en código que Touya le había puesto hacía unos cuantos años atrás, cuando se conocieron en detención por haberse sumado a una pelea escolar.
La verdad era que Keigo saltó para proteger a Rumi Usagiyama, su mejor amiga bravucona de piel morena y sedoso cabello blanco. Touya lo hizo para detener al enano cabrón de Tenko Shimura —el cual siempre tironeaba del largo cabello de Rumi, solo porque ella le gustaba—, uno de sus amigos extraños antes de Keigo.
De alguna forma, Keigo y Touya terminaron en detención mientras que los otros dos fueron suspendidos una semana.
Si le preguntaba cómo es que dos muchachos que eran como el agua y el aceite terminaron volviéndose uña y mugre... realmente no tenía la respuesta.
—Espero tengas razón —rio Hawks con algo de malicia, pero la verdad le picaban los dedos de poder sostener esa elegante botella de cristal con etiqueta negra—. Si tu padre lo descubre va a apalearte con el cinturón, Dabi.
Y ahí estaba, también. Dabi. Porque ese era el nombre con el que Keigo bautizó a Touya el mismo día que Hawks nació.
Porque, aunque Hawks y Keigo, al igual que Touya y Dabi, lucieran exactamente iguales por fuera, no eran la misma persona en su interior.
Mientras que Keigo era un fanfarrón que se sacaba buenas notas sin tomar el libro más que cinco minutos antes del examen, Hawks era el que poco se interesaba por las tareas.
Quería ser libre. Quería volar más allá de las ataduras de la estúpida escuela y la aún más estúpida ciudad. Le quedaban demasiado pequeñas para sus ansias de verlo todo.
Y podría haber dicho que todo era culpa de Dabi. Porque, aunque tuviera ojos azules de bebé con grandes pestañas, las mejillas todavía regordetas, y una estatura más pequeña que la suya... era en realidad como un verdadero volcán esperando el momento justo para entrar en erupción.
Hawks se dejaba. Y se dejaba porque le gustaba. La adrenalina, y todo eso. Le encantaba esa parte llena de misterio y aventura que Dabi compartía con él —desde robar la tarea a los empollones de la clase, hasta birlar una botella de costoso whisky escocés de la bodega personal de Enji Todoroki.
—El primer que se desmaye tendrá que pagarle una hamburguesa doble con queso y tocino al otro —dijo Dabi con su sonrisa ladina, el único gesto que lo delataba como un diablillo con la cara de un ángel; mecía entre los labios el palillo de una paleta de frambuesa que había dejado de existir horas atrás—. Y con un refresco extra grande. Nada de peros. Si no tienes dinero, vas a tener que ver a quién se lo quitas.