Termina la jornada laboral y una vez más llego temprano a casa, sin los agites de la calle, es sólo pasar del living a la habitación.
– He decidido revivir cada uno de los momentos que me marcaron de algún modo y para siempre en estos 40 años de existencia, porque esta soledad me mata –.
No te ofendas Teo, tú me haces compañía, aunque apenas puedes evitar que los ratones entren a nuestro hogar, y tampoco me quiero imaginar tu aliento a atún.
Al término de la cena y dejando atrás las innumerables llamadas de clientes quejándose por los descuentos en su tarjeta de crédito, ya que mi labor se resume a ser telefonista de un banco con excesivos intereses, decido comenzar las aventuras.
Viendo la hoja en blanco de la computadora se viene a mi mente ese momento épico para todo humano virginal: el sexo.
Las manos comienzan a hacer su trabajo sobre el teclado y mi cuerpo comienza a temblar, emocionado por traer a la memoria el debut junto a mis compañeros de colegio.
El pulso se me acelera y respiro ese inconfundible aroma de la caja de vino barato, el cual comprábamos en el barrio con las monedas que ganábamos recogiendo del piso las botellas que estaban esparcidas por el patio durante el recreo.
Fue tan salvaje ese momento de sexo y licor que por un momento, a mis 13 años, no recordaba cómo, cuándo ni por dónde regresar a mi casa, ya que para lo único que tenía cabeza en esos momentos era para sentir una vez más las ardientes caricias sobre mi piel, roces que no solo produjeron un hombre y una mujer.
Por un momento, mi mundo se trasladó a esa época juvenil en la que poco me interesaba la responsabilidad, solo llevar buenas calificaciones para tener distantes a mis padres, mientras que el tiempo libre lo dedicaba a la lujuria secreta en camas ajenas, montando una escena de los jóvenes perfectos estudiando en la mesa del comedor, que pasaba al clímax total cuando había soledad, la perfecta aliada.
– Y lo que pasó ese año –, expulsé de mi boca, pasando de la acción en la computadora al cierre de mi pantalón, haciendo eso que las abuelas llaman 'cosas prohibidas'. No podía creer que por fin el hacinamiento era emocionante.
– Terminé –, y no solo con mi relato.
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Para Llevar
القصة القصيرةPara Llevar es un libro de historias reales, y algunas no tanto, donde su protagonista evoca todos estos momentos, intentando lidiar con el encierro que vive a causa de una pandemia. Sus relatos lo harán navegar por un mar infinito de emociones.