Despertar.

22 2 0
                                    

Despierto sobresaltada, no quiero mirar la hora, sé que son las tres de la mañana, llevo días despertando a la misma hora y teniendo el mismo sueño o mejor dicho la misma pesadilla. Esta vez pude ver el rostro de mi asesino y un escalofrío recorre mi cuerpo, no reconozco a la persona, pero siento que la conozco y eso me perturba en demasía. Me levanto y me dirijo al baño, una ducha caliente va a relajarme al menos un poco, ya no voy a poder conciliar el sueño y esa es mi mejor opción. Al terminar con mi rutina de baño, me visto con un nuevo pijama y me encamino a la cocina, al bajar las escaleras otro escalofrío me recorre la espina dorsal y me respiración se acelera, bajo rápidamente sin hacer el menor ruido y la alfombra amortigua el sonido de mis pasos cuidadosos. Al llegar al salón, puedo observar que la puerta principal está abierta y mi pesadilla se está haciendo realidad.

- ¡No voltees! - dice mi subconsciente, - ¡Corre por tu vida! - me vuelve a decir, pero sé que no voy a hacer caso, estoy petrificada y mi cuerpo se niega a colaborar, sus pasos se van acercando poco a poco, así como un felino acecha a su presa. Él me observa, puedo sentir su mirada sobre mí, cada vez está más cerca y mi respiración se vuelve pesada, los latidos de mi corazón son tan rápidos que mis oídos zumban a su ritmo, poco a poco me giro y su mirada es tan intensa, que un jadeo involuntario sale de mí, sus ojos son un mar tormentoso y su sonrisa es letal y maliciosa. Elimino la poca distancia que nos separa como atraída por un imán, él me acerca más a su cuerpo e inclina mi cuello, aspira en el como si reconociera mi aroma, suspira y dos pinchazos simultáneos atraviesan mi piel y la vida se me va lentamente hasta que caigo en la oscuridad y mientras me desvanezco en sus brazos, escucho esa voz que vengo escuchando en sueños desde hace meses.

- ¡Eres mía, me perteneces desde el principio de los tiempos Vanya!. 

Relatos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora