Lo correcto

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Y aquí me encuentro observando al amor de mi vida dando a luz a nuestro hijo, lamento tanto no poder estar con ellos físicamente y eso me duele en el alma, es lo único que me queda. Lamento tanto haber salido así de casa cuando mi suegra llamó, no tomé las precauciones correspondientes al salir alterado, sin el cinturón de seguridad y usando el móvil mientras conducía. Ahora pago las consecuencias y por mi culpa ahora lo hace mi familia.

Alana llora al enterarse de mi accidente y mi muerte instantánea camino al hospital, cada lagrima y lamento que sale de su ser me destroza. Me acerco a ella e intento abrazarla, pero me es imposible, lloro en silencio y prometo cuidarla, a ella y a nuestro hijo.

Pasan los días, los meses y veo lo fuerte que es mi esposa, aunque llore mi ausencia por las noches, cada día es más fuerte por Matteo, nuestro hijo, lo llamó así por mí y eso me hace feliz, mi hijo es una réplica exacta a mí, aunque puedo observar que cada vez es más notable que heredó el carácter de su madre, sus gestos y sus ojos grises.

Me acerco a su cunita y Matteo me observa detenidamente y me sonríe, me sorprendo y me acerco más, el intenta tocarme. Mi hijo puede verme y me emociono.

- ¡Hola Matteo! Soy papá digo con la voz ronca, el gorjea e intenta tocarme nuevamente, estira sus bracitos hacia mí y me siento impotente, por no poder cargarlo. Matteo se frustra, su carita se arruga, empieza a llorar y me altero por no poder hacer nada, mi rabia aumenta y el móvil colgado en su cuna empieza a girar, Matteo sigue llorando, pero sigue el movimiento de los dinosaurios que cuelgan y se calma de a poco. Hago el mismo movimiento que hice anteriormente y los dinosaurios vuelven a girar. Alana entra rápidamente y ya no puedo seguir experimentando con mis supuestos poderes adquiridos. Ella observa a Matteo buscando el motivo por el cual lloraba, sin mirar da cuerda al móvil y este empieza a girar con una canción de cuna suave que hace sonreír a mi hijo.

- Cariño sé que no te agrada estar solito por mucho tiempo, pero mami necesita limpiar y preparar muestro almuerzo, prometo que no me demoro, ya casi tengo todo listo Matt. - Nuestro hijo la mira embelesado y hace ruiditos de bebé que hacen a Alana sonreír encantada, ella besa su cabecita y sale de la habitación. Decido no acercarme a mi hijo para no perturbar su tranquilidad.

El tiempo pasa demasiado rápido para mí, de vez en cuando interactúo con mi hijo, pero no tanto como quisiera, no quiero interferir en su crecimiento además he notado que mi mujer se pone demasiado nerviosa cuando mi hijo me ve.

                                                                            


Han pasado 4 años y mi hijo además de ser el niño más lindo es el más sociable, tiene muchos amigos y eso me pone feliz, pero he notado que Alana cada vez sonríe menos y eso me preocupa. Mi cuñada la incentiva a salir, pero ella se niega, no me agrada la idea de verla con otro hombre, eso me enfurece.

Camino de un lado a otro, y a mi mente llegan imágenes que me están enloqueciendo. Miro a Alana y ella se está terminando de arreglar. Mi cuñada la mira sonriendo y mi hijo tiene el ceño fruncido, esta tan molesto como yo, no podemos entender que vio mi mujer en ese tipo que conoció en el supermercado. Estoy tratando de pensar como alejar a ese tipejo de mi mujer, sé que sueno egoísta, pero me tomé el trabajo de seguirlo y no me agradó lo que vi.

Quiero llamar a mi hijo y pedirle ayuda, pero es muy pequeño para explicarle las razones por las cuales su madre no debe salir con ese idiota. Piensa, Matthew, ¡piensa!

Alana está sentada en el restaurante, esperando a ese idiota, lleva 20 minutos esperando y el imbécil no aparece. Espero que no aparezca, pero no tengo tanta suerte. Mi mujer mira su reloj por tercera vez y bufa, odia la impuntualidad, yo sonrió porque eso me beneficia, pero mi sonrisa se borra cuando veo al idiota aparecer sonriente y se sienta frente a mi mujer, pide disculpas por el retraso, culpa a un paciente por ello y eso me hace bufar. Llevan media hora hablando y mi mujer no para de reír, me gusta cuando lo hace, pero no quiero a este tipo cerca de ella. Su celular suena y el tipo deja de sonreír, observo la pantalla y tiene un mensaje de su secretaria, donde le recuerda sus próximas citas y que espera ansiosa que se repita lo que pasó en el consultorio, descubro que esa fue la razón por la que llegó tarde. En el momento que me alejo del celular puedo ver que el cabrón tiene un chupón en el cuello.

Me acerco a mi esposa y le ruego que mire su cuello, pero no puede escucharme, intento nuevamente pero no consigo nada.

Me dirijo al idiota e intento que voltee mientras Alana lo mira y le cuenta sobre su trabajo, él la mira, pero no está prestando atención, trato de que gire su cabeza otra vez, pero nada, me enojo y grito, la cabeza del idiota gira y mi mujer puede ver el chupón en su cuello, pero no solo eso, cuando lo obligué a girar su cabeza su teléfono quedo sobre la mesa, en este momento está entrando una llamada de "Amor de turno" y en la cara de Alana se nota la desilusión y la furia, ella toma sus cosas y se va dejando al imbécil con la palabra en la boca.

Ya no recuerdo la cantidad de pretendientes que alejé de mi mujer, lo bueno es que no lo hice solo, mi hijo también se encargó de hacer huir a un par y eso me pone orgulloso.

Hoy Alana tiene el día libre y va a llevar a nuestro hijo al tomar un helado, él está emocionado, ama los helados.

Decido caminar detrás de ellos mientras voy observando todo a mi alrededor. Ellos entran en la heladería y yo me quedo observando a un hombre jugar con su hijo, algo dentro de mí me hace acercarme a ellos, puedo escuchar parte de la conversación.

- ¿Papá crees que mami está bien? - El niño sigue comiendo su helado mientras el padre acerca su mano sobre la mesa y acaricia la manito del pequeño.

- Si, campeón, mami está bien y sé que ella te cuida desde donde este – En una mesa cercana hay una mujer que los observa con adoración mientras seca sus lágrimas, me acerco a su mesa, ella se asusta y me observa, yo solo sonrió y le pregunto si es su familia y ella asiente.

La risa de mi hijo y la voz de Alana me hacen voltear, la mujer a mi lado los observa y respondo a su pregunta silenciosa. Ambos nos miramos, sonreímos cómplices y ya sabemos que debemos hacer lo correcto.   

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