❛❛ PROPERTY ❜❜

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Fuiste la libertad en mi condena,
el soplo de aire que me asfixió.

Voy a ahogarme en tí otra vez.

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Yūichirō era extremadamente testarudo. También bastante impulsivo y poco consecuente. Cualquiera que se atreviera a pasar, cuanto poco, un par de minutos a diario con él, podría notarlo. Sus compañeros de Escuadrón en la Compañía Demonio Lunar, la élite del Ejército Demonio Imperial Japonés, podían confirmarlo sin vacilar un solo instante.

Pero para un vampiro, que por ironía acabó cayendo en las garras de a quienes su especie presumía como simple ganado, resultaba mucho más complejo el comprender las acciones descabelladas del muchacho que lo había condenado a permanecer recluido contra su voluntad en una prisión de mortales.

— Oye —volvió a llamarle aquella curiosamente enérgica voz, desde el otro lado de los barrotes que lo mantenían cautivo—. ¿Es cierto que a los vampiros los quema la luz del sol?

Mikaela frunció el ceño, levantando la mirada hasta conseguir cruzar sus orbes rubíes con las esmeraldas que permanecían atentas a sus movimientos.

— ¿Qué te hace pensar que te daría esa clase de información, humano? —escupió con todo el veneno que pudo.

Su respuesta principal fueron reacciones consecutivas. Una de las cosas que había conseguido identificar rápidamente de aquel chico era que, por algún motivo, parecía necesitar unos momentos para analizar la información que recibía, y no se molestaba en ocultar sus —bastante notorias— expresiones a la hora de demostrar su percepción. El patrón casi siempre era el mismo: primero abría sus ojos con algo de sorpresa cuando le oía hablar, como si no creyese que realmente hubiera obtenido una respuesta. Luego inclinaba ligeramente su cabeza a un costado con genuina confusión, demostrando fácilmente que no estaba seguro de cómo reaccionar a la arisca disposición habitual del vampiro. Y por último, para acabar de irritar completamente a Mikaela, el azabache sonreía con una facilidad aterradora, como si no estuviese en lo absoluto hablando con un enemigo.

— Tampoco creía que accederías alguna vez a hablar conmigo, y mira —expuso encogiéndose de hombros, dedicándole una cierta mirada de burla que hizo hervir su sangre.

Mikaela chistó una maldición por lo bajo y corrió su mirada hacia una de las sucias paredes de concreto a su costado. No supo identificar cuál paisaje le resultaba más repugnante.

— Usualmente no te largas hasta que obtienes al menos dos oraciones de mi parte —explicó dejando su cabeza caer contra la pared a su espalda—. No pienses que te hablo por algo más que eso.

Yūichirō, fastidiándole aún más, soltó una corta risa. Pero no era una risa estrepitosa que denotase burla, era más bien un sonido suave, una risa enternecida ante el brusco carácter desconfiado del rubio, le recordaba a un niño pequeño.

— Como tú digas, Mikaela.

— No tienes derecho a pronunciar mi nombre.

Otra corta risa.

Definitivamente, acabaría con ese humano el día en que recuperase su libertad.

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❛❛ Somos un subproducto de lo que el odio y la guerra hizo de nosotros. Somos caos y eso sembraremos. No esperes que exista algo como un lado amable. ❜❜

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MikaYuu」 

𝐏𝐑𝐎𝐏𝐄𝐑𝐓𝐘   ▮₊̇ °   MIKAYUUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora