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Los disparos sonaron a través de todo el bosque, espantando a los animales, que huyeron de sus refugios. Los pájaros se alejaron graznando su quejas, hasta que sus figuras se fundieron con el cielo oscuro. 

Una gran nube oscura cubrió la luna, dejando a oscuras el bosque. 

Los tres niños solo podían oír sus jadeos y las ramas rompiéndose bajo sus pisadas rápidas.

—¡Atrapen a esos mocosos!

—¡No los dejen escapar, apunten a los pies!

Los disparos no pararon. El cuerpo de Nao se encogió cuando sintió algo cortar un costado de su rodilla, un gemido escapó de sus labios, pero no dejó de correr.

Daiki iba al frente, pero por la falta de luz apenas podían ver donde pisaban. Nao iba agarrada de la mano con Tadano, pero a veces sus manos se soltaban a causa del sudor. Una mano se posó sobre los hombros de los niños. Saltaron del miedo, estaban listo para golpear al frente cuando Daiki habló.

—Suban... a los árboles... rápido —Daiki retrocedió, corriendo detrás de ellos. 

Tadano guió de la mano a Nao y doblaron bruscamente, para luego empezar a trepar. Se ocultaron detrás de las ramas.

—¡Daiki-aniki! —Tadano gritó, extendiendo su mano cuando Daiki se acercaba al árbol.

Daiki le dedicó una sonrisa reconfortante, y aumentó la velocidad. Pasó corriendo frente a la mano de Tadano, sin que esta llegara a alcanzarlo.

Nao y Tadano miraron estupefactos su figura alejándose.

—¡Dai...! —Nao cubrió la boca de Tadano y lo abrazó con fuerza, presionó su frente contra la espalda del niño, y negó con la cabeza.

Los hombros de Tadano se tensaron, apretó con fuerza sus puños.

Pronto, las luces se acercaron. Los piratas pasaron corriendo sin parar de disparar al frente, cuando sus figuras se fundieron en el bosque, la luna se asomó tímidamente. Los hombros de Tadano temblaban. Nao lo abrazó.

—Está bien... —le sonrió, limpiándose las lágrimas—. Daiki aniki es muy listo, los despistará y se reunirá con nosotros en el barco.

Nao asintió de forma inconsciente, sujetando las manos del niño. 

—Vamos, tenemos que esperar por él.

Bajaron del árbol con cuidado y emprendieron carrera. Antes de encontrar a Nao, Daiki le había dibujado un mapa improvisado a Tadano y le había indicado dónde había escondido su barco. Daiki tenía planeado dejar la isla desde la muerte de sus padres, y el barco que estuvo construyendo con tanto esfuerzo les venía como anillo al dedo esa noche.

Llegaron al escondite, y encontraron la barca. Luego de empujarlo al mar, lo aseguraron a la orilla con una cuerda, y solo les quedaba esperar en silencio, ninguno se atrevió a hablar, por temor a ser oídos por los piratas.

Hombro con hombro, se acurrucaron frente a la barca, sujetándose de las manos.

Pero el tiempo pasó, y Daiki no volvió.

—Naomi...

Nao se giró a verlo, rara vez la llamaba por su nombre completo. Tadano la miró directo a los ojos con una expresión seria en sus rasgos infantiles.

—Iré a buscar a Daiki aniki, pero necesito que te quedes aquí por si vuelve, y cuides el barco.

Nao lo miró sin entender, pero cuando sintió que el niño quería soltar sus manos, negó fervientemente y lo sujetó con ambas manos.

Aᴋᴀᴍᴇ ɴᴏ Kᴀɪʙᴜᴛsᴜ【𝐎𝐧𝐞 𝐏𝐢𝐞𝐜𝐞】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora