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Se acercó al bosque con el pequeño ciervo en brazos, amordazado. La criatura se quejó en sus manos, Nao lo miró de reojo, pero volvió la vista al frente.

"Lo siento, pero no tengo opción."

Había encontrado la criatura escondida en la cabaña, de no haber sido por su llanto oportuno, no habría dado con ella. Aunque no sabía porque la habían escondido, sería de mucha ayuda para su plan.

Colocó el bebé en el suelo, con las patas amarradas para que no huyera, y subió a un árbol. Miró sus manos; temblaban y estaban sudorosas. Se las secó en el vestido.

"Esto debe funcionar."

Tal como esperaba, un pirata se acercó corriendo. Llevó la mano a su cintura y apretó el mango del sartén. 

"Puedo hacerlo."

—Rayos... parece que la perdí —el hombre jadeaba, llegó debajo del árbol y se apoyó en el tronco.

"Perfecto."

Saltó del árbol con el sartén en manos, cayendo sobre la cabeza del hombre. El tipo apenas tuvo tiempo de mostrar una mueca de horror antes de perder la conciencia. Por suerte, gritó lo suficiente para ser oído.

Se volvió hacia el ciervo y lo soltó, la criatura se paró con dificultad, mirándola con inquietud. Nao se volvió hacia el cuerpo en el suelo y tomó el arma, trepó rápidamente al árbol y se escondió. Pero al bajar la mirada sudó frío, el bebé aún estaba debajo del árbol.

Giró la cabeza con brusquedad cuando oyó pisadas.

¡Damn it, get out of here! —lo espantó, lanzándole ramitas. El ciervo agitó la cabeza alejando las ramitas, y la miró una última vez antes de sumergirse en el bosque.

Nao suspiró aliviada.

Llegaron los piratas corriendo.

—¡Mierda, Bill! —gritó uno, socorriendo a su amigo—. Esos malditos aldeanos, de esta no salen...

El que vino con él no habló, en cambio disparó al aire.

—Vamos, hay que agarrar a esas alimañas —cambió el casquillo.

—¡Vamos!

Las dos figuras se sumergieron en el bosque, y pronto aparecieron más piratas, que luego de unas maldiciones tomaron el mismo camino.

Nao los miró desaparecer un poco estupefacta, asombrada por lo bien que estaban yendo las cosas, pero sacudió la cabeza y bajó del árbol, corrió de regreso a la plaza.

El ciervo los entretendría, pero no por mucho. Tenía poco tiempo antes de que notarán que no perseguían personas, sino un bebé venado.

Y lo que harán cuando se den cuenta... Sacudió la cabeza.

"Concéntrate en lo que tienes entre manos," apretó los puños, empujando sus pies contra el suelo. "Debo salvar a Tadano." Tensó la mandíbula "¡Esta vez lo protegeré!"

Miró el arma en sus manos, los disparos sonarían con demasiada fuerza y los piratas regresarían al oírlo, debía amortiguar el sonido de alguna forma. Por el rabillo del ojo vislumbró algo, se detuvo en seco ocasionando que sus pies se deslizaran unos centímetros. Regresó y tomó la botella.

"Esto debería funcionar."

Empujó la botella contra la boca del arma y lo sujeto con una mano. Recordaba haber visto algunos cazadores hacer lo mismo cuando querían matar a un caminante sin llamar demasiado la atención. ¿Quién querría ser rodeado por una horda de come hombres?

Aᴋᴀᴍᴇ ɴᴏ Kᴀɪʙᴜᴛsᴜ【𝐎𝐧𝐞 𝐏𝐢𝐞𝐜𝐞】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora