En algún lugar del mundo
Estaba ella acostada
Con gotas cristalinas, colgando de sus pestañas.
Un atardecer, saliendo de sus mejillas
Un saco de piedras, llenándose en su estómago
Címbalo retiñendo en su garganta.
En algún lugar del mundo
Estaba ella acostada
¿Cuántos golpes se necesitan, para saber que la batalla se ha perdido?
¿Cuántas gotas cristalinas, se necesitan para crear un y tsunamí?
¿Cuántos sacos deben romperse, para dejar de sobrecargar el saco?
¿Cuándo se entiende, que el címbalo, es un instrumento que acompaña?
En el otro extremo del mundo
Se encontraba observándola,
Preguntándose cómo era posible
Que unos ojos tan hermosos
Estuviesen transmitiendo tanta tristeza.
En el otro extremo del mundo
Se encontraba descifrando sus suspiros
Preguntándose cómo había llegado a ese estado.
En algún momento de ese día,
Él supo que debía acercarse,
Él tenía las respuestas,
Lo que nunca se imagino,
Fue que al acercarse a ese lugar del mundo.
Además de sus ojos tristes,
Gotas cristalinas cayendo por el atardecer que salía de sus mejillas
Se encontraría con dos hileras blancas, cómo la espuma del mar
Y eso lo haría olvidar cada plan que tenía para ayudarla.
Solo quería abrazarla
Acostarse con ella
Y ver desde su perspectiva
Todo lo que le estaba causando estragos.
En algún lugar del mundo
Estaba ella acostada
Sintiendo un calor abrazador en su cintura
Sabía que eso la devastaría
Después de todo, extraño sería que no sucediera
