Capítulo 2.

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Unos días más tarde, los niños jugaban en el patio trasero.
Ezra se veía mucho mejor que la noche en que llegó a la mansión, pero sus pesadillas seguían siendo un problema que Sebastian tenía que enfrentar todas las noches. Durante el día, sin embargo, era un niño normal hace seis años. Dulce, travieso, pero de temperamento tranquilo.

—Bashy, ¡Mira! Traje esto para ti— Ezra le dio una pequeña flor.

—Oh, ¿Un regalo para mí? —Sebastian sonrió— muchas gracias, es preciosa— dijo, y se inclinó frente a él—siempre eres muy atento y afectuoso.

—Bueno, ¡Yo lo odio! —Nickolas gritó de repente, lanzando la flor en el suelo —las flores son tontas, y femeninas, y... y... —dijo, respirando pesadamente, lleno de emociones revueltas por todos lados.

—¡Tú... mataste mi flor! —Ezra también gritó, rompiendo a llorar— eres tan, tan malo, Nick! ¡No me gustas! —Ezra lo empujó y corrió a la casa, donde se escondió debajo de su cama, sollozando.

Sebastian suspiró—Son demasiado jóvenes para pelear así...

—¿No es demasiado temprano para que tengan una pelea de amantes?

Un hombre mayor se acercó a Sebastian, activando su postura defensiva. Este visitante no era realmente bienvenido en la familia, pero de todos modos, tenía un negocio con Erick que los obligaba a soportarlo.

—Sr. Carmichael... ¿Qué está haciendo aquí? Pensé que tenía una reunión con mi señor.

—La tengo. Pero ese idiota no ha aparecido todavía. ¿Donde está? ¿Me dejó varado deliberadamente?

—Señor, me temo que no puedo decirle dónde está, a veces mi amo hace esto, se olvida de atender algunos de sus asuntos y...

—Huh… Eres en verdad una belleza, con tus grandes ojos, y labios carnosos… me pregunto de qué eres capaz de hacer con ellos —Carmichael dijo, pasando uno de sus dedos por el labio inferior de Sebastian— también me pregunto si ya se la chupaste a Erick con estos labios pecadores...

Siendo asaltado de manera tan desagradable, Sebastian hizo lo que mejor sabía, -aparte de cuidar a los niños- mordió el pulgar tan fuerte como pudo. Carmichael escupió una maldición y dio un paso atrás, mientras el mayordomo lo miraba desafiante.

—¡Maldición! Eso dolió —Carmichael se chupó el dedo, notando la sangre que corría por un pequeño corte hecho por los afilados dientes de Sebastian.

—Le recomiendo que no hable de esa manera sobre el amo de esta casa— la voz de Sebastian era tranquila, pero llena de amenazas latentes—ademas, le sugiero que no se acerque de nuevo a mí, ni a los niños, de lo contrario, le daré algo más que un mordisco la próxima vez.

—¿Está todo bien aquí? —Erick apareció detrás de ellos, y los miró, notando la tensión entre los dos.

—Sí, por supuesto. Estábamos hablando, ¿Verdad, Sebastian?

—Si me disculpan, tengo otras cosas que hacer— dijo, ignorando la pregunta de Carmichael y se alejó.

—Hhmm... no es típico de él, actuar de esa manera —Erick suspiró, con los ojos fijos en su espalda.

—Tú y yo también tenemos cosas que hacer, así que olvídate de tu mascota un rato—Carmichael interrumpió su línea de pensamientos— Vámonos de una vez a tu oficina, llevo mucho rato esperando.

—Oh, sí, tienes razón. Entremos— dijo, conduciéndolo al interior de su hogar.

Mientras tanto, en la casa de huéspedes, Sebastian tomó un cuchillo y ahora desató su ira cortando profundamente una pieza de fruta, por no decir que la estaba destrozando. Esta fue una de las pocas veces que dejó que sus emociones se apoderasen él, y actuaran, en lugar del racionamiento que lo caracterizaba, y aunque sabía que morder a Carmichael podía traerle problemas, el hombre había demostrado su desagradable y grosera personalidad más de una vez, en especial con él, pero estaba seguro de que, al ser un omega, cualquier acusación caería en oídos sordos.

Cuidando de Ezra (Lazos De Almas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora